No hay problemas “leves” en México, hay problemas serios, y tenemos que entender que lo que estamos viviendo tendría soluciones si tomaran en serio la realidad de México.
México ha vivido tragedias que deberían habernos enseñado a construir resiliencia, pero en lugar de aprender, se ha perfeccionado una coreografía de simulación. Cada desastre se convierte en un ensayo general para el teatro del poder.
Hoy, el PAN enfrenta una crisis profunda. La estructura partidista, aunque necesaria, no basta sin liderazgos con carácter, persistencia y, sobre todo, autoridad moral para enfrentar las conductas autoritarias del presente.
Desde hace un mes he advertido sobre los efectos regresivos de las reformas al juicio de amparo: todo para proteger a la autoridad, nada para proteger a los ciudadanos.
La historia, según una verdad a medias, se suele contar por los vencedores ya sea por influencia de las ideologías del momento, o ya sea por gobiernos que desean imponer sus fobias y sus filias en los libros de texto.
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