La tensión diplomática subió varios peldaños cuando el gobierno mexicano decidió no invitar a Felipe VI a la toma de posesión hasta que el monarca no se disculpase.
Los consulados operan con un presupuesto raquítico y se les quiere obligar a hacer lo imposible y no hay siquiera una cabeza reconocible en la cancillería mexicana que dé el soporte necesario a las más de cuarenta oficinas consulares en territorio estadounidense.
Si alguien se deja esclavizar no es por la tecnología, sino por la inmadurez de quien descuida su capacidad de perfeccionarse por lo humano y para lo humano.
Aunque los gobernantes tienden a actuar por intereses propios, no deben de olvidar que la hinchazón del ego o la soberbia también puede causarles un enorme daño a los intereses que quieren proteger.
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