Nuestra Constitución y tradición diplomática exigen coherencia: no basta con recibir refugiados si luego el silencio político sigue avalando las torturas, el exilio clerical y las desapariciones en Managua.
Siempre que surge un escándalo, problema, desacuerdo, enfrentamiento, por alguna razón estamos anclados al pasado, quejándonos de heridas que sucedieron hace 6, 12, 24, 40 años, a veces 200 años. ¿Y el futuro? ¿Será más de estas quejas?
México sangra, y sin un cambio radical, el futuro no será más que un eco de las tragedias descritas por Galeano, donde el saqueo no viene de fuera, sino de las decisiones internas de quienes juraron protegerlo.
El argumento de que la construcción pertenece al gobierno federal, se cae por tierra, por el solo hecho que, desde los atrios hacia dentro de las instalaciones, los contenidos pertenecen a las estructuras jerárquicas determinadas por la Iglesia.
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