La reforma judicial nunca tocó la raíz del problema: la “justicia de barandilla” donde todo inicia y casi nada avanza. Hoy, la designación desde Palacio confirma un retroceso que acerca al país a una autocracia disfrazada de renovación.
La crisis de impunidad no se resolverá con fiscales a modo ni con discursos que se evaporan a la hora de votar. Si queremos un país distinto, necesitamos mayorías que respondan a la ciudadanía, no a las componendas.
Las comunidades indígenas, quienes deberían ser consultadas por ley, quedaron completamente fuera del proceso. El gobierno que dice ser humanista aprobó reformas que afectan su tierra, su patrimonio y su forma de vida.
En 2018 prometieron salud y medicinas gratuitas para todos. La promesa acabó en un endeble carrito de muestras gratis, porque destruyeron al sistema de salud.
No faltará mucho para que se decida hacer una nueva reforma a la educación porque la Nueva Escuela Mexicana la verdad es que da más días libres que conocimientos.
Creer que un partido político será la salvación, esperanza o unidad de México es pensamiento mágico, no hay manera que en la realidad tan diversa de hoy, un partido pueda volver a ser lo que antaño se vivió con las unidades partidistas.
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