Mientras México llora a otro servidor público asesinado, el presupuesto castiga a la salud, la educación y la cultura. No hay paz posible si el Estado abandona tanto a los vivos como a la memoria de los que cayeron por defender sus ideales.
Los conflictos se libran también en la narrativa: cuando un ataque está calculado para generar imágenes que movilicen la opinión pública, la gestión de la información y la verificación de cifras se vuelven cruciales. No perdamos de vista que detrás de las estadísticas hay tragedias individuales.
Los fenómenos económicos se han cubierto, a través de la historia, con una serie de mitos y deformaciones tendientes a satisfacer ideologías de uno u otro bando o a justificar partidos y gobernantes.
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