Reformas constitucionales, la trampa para la oposición

Luego de las elecciones de 2021 por la composición de la Cámara de Diputados el partido gobernante y sus aliados habían perdido la mayoría necesaria para aprobar reformas a la Constitución. Eso no impidió que el titular del Ejecutivo enviara tres propuestas de reforma, ninguna de las cuales fue aprobada como quería. Luego de esos acontecimientos, anunció que no mandaría ninguna otra hasta después de las elecciones amarrando el tema a volver a lograr la mayoría en el Congreso. Pero en diciembre de 2023, súbitamente comenzó a hablar de enviar reformas y fue agregando temas, hasta anunciar que el 5 de febrero, Día de la Constitución, enviaría su nuevo paquete de reformas, las cuales presentó solo y elevó la apuesta a más de 20 reformas algunas retomando las que ya le fueron rechazadas en su oportunidad, como la de modificar la composición de las Cámaras, desaparecer al INE y militarizar la Guardia Nacional.

Las reformas tienen una variedad de temas para encandilar al electorado; pero lo central son aquellas que claramente buscan desarmar los contrapesos constitucionales, cambiando la composición misma de la Cámara; y apostando a la limitación de las atribuciones de la Suprema Corte y por la propuesta de que los ministros, magistrados y jueces sean electos. Esos temas se mezclan con otros muchos tópicos que pueden parecer más cercanas como becas o cuestiones de modificación de pensiones. 

Estas reformas se pueden ver desde varios ángulos, por una parte, sí hay que insistir en que “adelantarlas” se debe a que se usarán, por el momento, no para que logren ser aprobadas; sino para un uso electoral permitiendo así al titular del Ejecutivo estar presente en la contienda para descalificar a los opositores y lo hace prácticamente con todo un nuevo plan de gobierno, aunque esté el ocaso de su periodo. Es evidente que deja fuera totalmente a su candidata impidiéndolo mostrar esas iniciativas como algo que ella promueve, lo cual contribuye a afianzar la idea de que Sheinbaum sólo es movida por su lealtad y sumisión, y lo mismo todos los candidatos a todos los puestos populares. Con todo lo bueno y lo malo que eso pueda traer, es claro que la apuesta electoral de Morena es la misma de 2018, sólo existe el titular del Ejecutivo en la boleta electoral, en todas las boletas electorales.

Pero del otro lado está la candidata de la oposición que cuenta con bases ciudadanas diversas, que no necesariamente son las bases partidistas del PAN, PRI y lo que quede del PRD. Muchos de los ciudadanos que apoyan a Gálvez han entendido que los partidos son una especie de mal necesario en esta ocasión, pero sí se les ha reclamado que han acaparado para sí mismo las candidaturas a las Cámaras, alejándose de la ciudadanía. Antes de conocerse la amplitud de las reformas propuestas, los partidos de oposición plantearon una especie de contraofensiva a las propuestas del titular del Ejecutivo en materia laboral. Se dice que buscan, así, minimizar el discurso que los haría culpables de que no pasen las reformas, pero que las condicionarían a mostrar que son fiscalmente posibles. 

La apuesta de la oposición podría ser entendible en otras circunstancias donde sí hay márgenes de negociación, donde se llevan seis años de que la mayoría oficialista es simple oficialía de partes que no cambia ninguna coma y los ha menospreciado como contraparte y de paso han menospreciado a todos los ciudadanos, pues con sus votos llegaron a sus curules. 

Ese escenario no queda más que rechazar en bloque todo porque la comunicación efectiva y directa que redunde en el apoyo ciudadano sincero y amplio no ha sido el fuerte de los partidos del Frente Amplio por México, por lo que es poco probable que traduzcan en un triunfo propagandista algún viso de apoyo a las reformas altamente tóxicas que se proponen. 

Más bien se tiene que sacar provecho de que el titular del Ejecutivo está anulando no sólo a su candidata a la presidencia, sino a todos y cada uno de los postulados por su partido y sus satélites. Ahí sí hay un margen para una contraofensiva que posicione tanto a la candidata a la presidencia como a cada uno de los que aspiren a ganar el voto en 2024 como atentos y sensibles a los ciudadanos, a sus votantes y no listos a rendir pleitesía a quien se supone que está por acabar su periodo y veladamente busca quedarse. Articular ese mensaje sin ambages y con un discurso de verdadera institucionalidad y garantía de mejorar la vida cotidiana de cada ciudadano sería la verdadera contraofensiva que se necesita, aprobarle algo será una trampa.

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