Solicitar la intervención de la CPI no es exageración: es un grito de auxilio desde el fondo del pozo. México debe decidir entre maquillaje estadístico o justicia real.
La violencia no es lo único que lo iguala con otros miembros de la autodenominada "cuarta transformación": sus excesos en su estilo de vida dibujan a lo peor de la clase política.
El Tren Maya, lejos de ser símbolo de justicia social, se ha convertido en un catálogo de descarrilamientos, sobrecostos, baja ocupación, devastación ambiental y negocios privados que enriquecen a pocos.
La historia reciente está plagada de escapes dignos de película, orquestados con la complicidad de custodios y directivos, o facilitados por la carencia absoluta de controles.
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