Los estúpidos ataques al poder judicial

El berrinche de López y de su secta estaba cantado, ya lo esperábamos todos, sabíamos que sería muy poco original y que sería un refrito de sus grandes éxitos mañaneros: la mafia del poder; los jueces al servicio de los conservadores, no representan al pueblo, van contra la mayoría, etcétera, etcétera, etcétera. Lo que hemos escuchado una y mil veces.

El problema es que esta vez se pusieron peligrosamente creativos. Además de los ataques personales a ministros concretos vino un nuevo tipo de ataque a nuestra democracia constitucional, sí, a todo el sistema.

Primero el presidente, que siempre pone el tono, luego patán Augusto, después el hijo pródigo Monreal seguido por el coro completo de legisladores, funcionarios, plumas y comunicadores a modo que forman parte de toda la secta, se dedicaron desde el lunes a cuestionar la legitimidad completa del poder judicial, y esto es diferente.

“¿Quién votó por ellos? ¿A quién representan? ¿A poco nueve personas valen más que 30 millones de votos?”, eran las preguntas perversas que difundían estos irresponsables en distintos medios y plataformas.

Vamos a darles una clase gratuita de derecho constitucional aquí en Factor Kaiser sobre un sistema democrático.

Mi tocayo Max Weber decía que la legitimidad es el derecho a ejercer el poder. En una democracia constitucional el derecho a ejercer el poder surge de y se regula por la Constitución que nos dimos todos como nación y que todos reconocemos como el único y el primer fundamento del poder.

Es decir, en una democracia constitucional el acuerdo social más importante, el pacto social fundacional entre nosotros es que todos aceptamos que el único poder legítimo es el que se deriva de la Constitución y se regula por la Constitución. Esto implica el rechazo absoluto a todo tipo de poder, real o simulado, que no provenga de la Constitución y que pretenda fundar o ejercer las funciones del Estado.

En México, como en gran mayoría de las democracias constitucionales, las funciones del Estado se ejercen a través de tres poderes con funciones claras, específicas e independientes para cada uno de los tres que fundan y regulan el ejercicio del poder y que por lo tanto le dan legitimidad, es decir, la legitimidad de cada poder está dada por la propia Constitución y por el apego a esta en cada acto, norma o decisión que emitan los poderes.

Para la integración de los poderes legislativo y ejecutivo la Constitución establece el sistema de voto popular que le permite a distintas personas integrar los poderes, de manera temporal, si se cumple con los procedimientos establecidos en esa norma suprema y en las leyes, y si son favorecidos por el voto popular.

Es decir, la legitimidad de estos dos poderes está dada por su debida integración y por el ejercicio de sus facultades apegado a las normas.

La misma Constitución establece diversos sistemas de integración del poder judicial que no implican el voto popular pero que dan el mismo nivel de legitimidad por estar contenidos en la norma suprema que todos aceptamos.

La función del poder judicial y en especial de la Suprema Corte de Justicia es la de vigilar que todas las normas, decisiones y actos de los otros dos poderes estén apegadas a la Constitución para ser vigentes.

La formación de estas decisiones, de estas normas o de estos actos es tan importante como su contenido, es decir, cómo se crearon, cómo se formaron, cómo se hicieron públicas y cómo se ejecutaron es tan importante como el contenido de estas para ser vigentes porque está regulado por la Constitución, es fácil de entender.

Así, es perfectamente legítimo y válido que la Corte, en ejercicio de sus facultades constitucionales le quita validez a una norma emitida por el Congreso cuando su contenido o método de creación violan la Constitución, esto aunque un grupo de ignorantes crean que gozan de más legitimidad porque obtuvieron votos en las urnas, sostener ese argumento es peligroso y es perverso.

Ese mismo argumento, idéntico, de mayoría popular se han agarrado las peores tiranías de la historia de la humanidad para aplastar a quienes piensan diferente.

Justo para evitar esas tentaciones y pulsiones autoritarias es que nos dimos como mexicanos una constitución y en ella le otorgamos al poder judicial la facultad de cuidarla y de hacerla efectiva para cuidarnos a todos de los abusivos y de los ignorantes.

Así, la Constitución nos cuida a todos, a ti y a mí, y cuando la Corte la hace valer te está cuidando a ti del poder fuera de control.

Con gusto les dos estas clases gratis de derecho constitucional a los miembros del obradorato, pero creo que es más fácil que en las próximas elecciones votemos por quienes sí creen en la democracia y sí entienden la Constitución, nos ahorraríamos muchos dolores de cabeza.

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