El INE bajo fuego

Apenas iniciada su administración, la presidenta Claudia Sheinbaum ha relanzado uno de los proyectos más ambiciosos de su antecesor: una reforma electoral integral. En 2022, Andrés Manuel López Obrador no logró aprobarla por falta de votos. Hoy, el escenario es distinto. Morena y sus aliados tienen mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso, lo que abre la puerta para cambios constitucionales profundos.

“Vamos a impulsar más de 20 reformas estructurales, incluida la electoral”, declaró Sheinbaum el 19 de junio en su conferencia matutina. Según lo adelantado, la nueva propuesta retoma la esencia del plan original de AMLO, bajo tres ejes: reducir el INE, eliminar plurinominales y cambiar el financiamiento a partidos políticos.

Qué contiene la reforma

De acuerdo con fuentes legislativas y declaraciones de la propia mandataria, la propuesta contempla:

  • Transformar el INE en Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC), que concentraría funciones electorales federales y locales.
  • Reducir el número de consejeros electorales de 11 a 7, elegidos por voto popular directo, como en la reciente elección de jueces.
  • Eliminar 200 diputados y 32 senadores plurinominales, sustituyéndolos por fórmulas de primera minoría.
  • Restringir el financiamiento público a partidos exclusivamente a años electorales. En años intermedios, se financiarían con recursos privados.

La narrativa oficialista es clara: austeridad, representación real y combate a la burocracia electoral. “No queremos eliminar la autonomía del INE, sino hacer más eficiente el sistema”, aseguró Sheinbaum. “Los pluris no representan a nadie”, reiteró, aludiendo a legisladores que no hacen campaña ni tienen vínculos territoriales.

Reacciones y tensiones: ¿control sobre el árbitro electoral?

Pero la reforma ha encendido todas las alarmas. Para la oposición, el plan busca subordinar al árbitro electoral, erosionar el pluralismo legislativo y restaurar un régimen de partido hegemónico.

“El objetivo es controlar al INE y debilitar la democracia desde dentro”, acusó Ricardo Anaya, coordinador del PAN en el Senado. Advirtió que reducir consejeros y elegirlos por voto popular permitiría a Morena influir en su selección gracias a la maquinaria electoral oficialista. “Eso es un disfraz de democracia”, sentenció.

En paralelo, dirigentes del PRI y PRD evocaron los años 90 y el largo camino para conquistar un árbitro electoral autónomo. “No vamos a regresar al México donde el partido en el poder organizaba sus propias elecciones”, afirmó Jesús Zambrano.

Incluso el EZLN y remanentes del EPR publicaron comunicados condenando la reforma como “profascista” y alertando sobre el desmantelamiento institucional. “Se están apagando los pocos contrapesos que quedan”, escribieron desde Chiapas.

El contexto que precipita la iniciativa

La urgencia del oficialismo por presentar esta reforma se explica por la reciente elección de jueces y magistrados por voto directo, celebrada el 1 de junio de 2025. Fue la primera vez que estos cargos se eligieron en las urnas, como parte de la reforma judicial aprobada meses atrás.

Poco después del proceso, un bloque de consejeros del INE —incluyendo a la presidenta Guadalupe Taddei— denunció que el oficialismo habría influido en el resultado a través de “acordeones”, listas entregadas a los votantes con nombres sugeridos. Esto encendió un nuevo conflicto entre el Ejecutivo y el árbitro electoral.

Sheinbaum respondió con dureza: “Los consejeros no buscan garantizar la voluntad del pueblo, tienen una posición política”, acusó. Apenas días después, anunció que “retomar la reforma electoral” era prioritario, como parte de sus “100 puntos de gobierno”.

¿Qué sigue?

Aunque la presidenta quisiera que la reforma se aprobara cuanto antes, Ricardo Monreal, coordinador de Morena en el Senado, fue claro: “Una reforma electoral de esta magnitud no se votará en un periodo extraordinario”. El tema se postergará al periodo ordinario de septiembre, con audiencias públicas y un debate nacional amplio.

Mientras tanto, el futuro del INE, del sistema de partidos y del equilibrio institucional pende de un hilo. México se adentra en una transformación sin precedentes en sus reglas democráticas.

Testimonio: “Me costó años confiar en las elecciones, y ahora otra vez todo se tambalea”

Rebeca López, activista y observadora electoral en Puebla desde 2006, lo resume así:

“En las elecciones anteriores al INE (IFE) sentía  que mi voto no valía. Luego, con la creación del INE, recuperé un poco de fe y empecé a participar con compromiso y ahínco. Pero ahora, si los consejeros los elige la mayoría en turno, ¿qué garantías tengo como ciudadana? Me costó años confiar otra vez en las elecciones… y ahora todo se tambalea”.

 

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