El 9 de julio de 2025, a solo dos días de haber reabierto parcialmente la frontera con México, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) ordenó nuevamente el cierre inmediato de sus puertos de entrada al ganado mexicano. El motivo: la reaparición de un brote de Cochliomyia hominivorax, conocido popularmente como gusano barrenador del ganado, en el municipio de Ixhuatlán de Madero, en el norte de Veracruz.
La medida ha encendido las alarmas en ambos lados del río Bravo. Según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), la industria ganadera mexicana ha perdido más de 400 millones de dólares en lo que va de 2025. Solo entre enero y mayo, las exportaciones de ganado bovino en pie cayeron 64% en volumen y 53% en valor.
Para los productores, esta plaga no solo representa una crisis sanitaria, sino una amenaza existencial.
Un enemigo conocido, pero difícil de erradicar
El gusano barrenador del ganado es una larva de mosca que se alimenta de tejido vivo en mamíferos de sangre caliente. A diferencia de otras plagas, no se alimenta de materia en descomposición, sino que invade heridas abiertas para depositar sus huevos, causando lesiones graves, infecciones y, en muchos casos, la muerte del animal si no se trata a tiempo.
México fue declarado libre de gusano barrenador en 1991 gracias a una campaña binacional con EE.UU., que incluyó la liberación masiva de machos estériles para interrumpir el ciclo reproductivo de la mosca. Pero el sistema requiere vigilancia constante, especialmente en estados como Veracruz, Chiapas y Tabasco, donde las condiciones climáticas son ideales para su reproducción.
En declaraciones a medios locales, el Dr. Gerardo Suárez, entomólogo y excoordinador del Programa Nacional contra el Gusano Barrenador, advirtió: “El problema no es nuevo, pero sí grave. Un solo brote puede multiplicarse exponencialmente si no se actúa de inmediato. El cierre fronterizo es un golpe durísimo, pero entendible desde el punto de vista sanitario”.
Veracruz: epicentro de la crisis
El brote fue detectado el 6 de julio por técnicos del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), quienes identificaron larvas activas en una res bovina de Ixhuatlán de Madero. Las muestras fueron enviadas al laboratorio oficial en Palo Alto, Texas, donde se confirmó la presencia de la plaga.
Veracruz, con más de 4 millones de cabezas de ganado, es uno de los principales productores de carne bovina del país. Pero también ha sido históricamente vulnerable a enfermedades ganaderas por su clima húmedo, la presencia de fauna silvestre y la debilidad de algunos sistemas de trazabilidad.
Don Aurelio Téllez, ganadero de la zona afectada, compartió su testimonio: “Yo tengo 47 años criando reses y nunca había visto esto tan fuerte. El gusano entra y en cuestión de días te mata el animal. Ya perdí tres en menos de una semana. Y ahora que cerraron la frontera, ¿a quién le vamos a vender?”.
Impacto económico y social: más que números
Las cifras del GCMA revelan una realidad preocupante: de enero a mayo de 2025, se dejaron de exportar cerca de 440 mil cabezas de ganado a EE.UU., el principal comprador del mercado mexicano. Cada cabeza de ganado vendida representa no solo un ingreso para el ganadero, sino empleo para veterinarios, transportistas, empacadores, y comerciantes.
La Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG) ha solicitado al gobierno federal la activación de un plan de contingencia urgente. “No basta con cerrar la frontera; necesitamos apoyo económico, vacunas, personal técnico y, sobre todo, un sistema de alerta que funcione antes, no después”, declaró su presidente, Homero García de la Llata.
En muchas regiones del norte del país, el ganado en pie representa hasta el 70% de los ingresos de las familias rurales. El cierre fronterizo no solo congela sus ventas, también genera un exceso de oferta en el mercado interno, lo que deprime los precios y agrava la crisis.
Una cadena que también afecta a EE.UU.
El cierre de la frontera no es una decisión fácil para Estados Unidos. De hecho, su industria cárnica depende en parte del ganado mexicano para abastecer mataderos y empacadoras. En 2024, según datos del USDA, más del 35% del ganado en pie importado por EE.UU. provenía de México.
La medida también tiene impacto en los precios de la carne en estados fronterizos como Texas y Nuevo México, donde ya se reporta un alza del 8% en cortes de res debido a la menor disponibilidad de animales para sacrificio.
¿Qué dice el gobierno mexicano?
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) emitió un comunicado confirmando el brote y anunciando que se reforzará el Programa Binacional de Erradicación del Gusano Barrenador, con un presupuesto adicional de 150 millones de pesos.
No obstante, expertos del sector señalan que el problema no es solo de recursos, sino de coordinación y vigilancia. “Hay estados donde faltan veterinarios, donde los ganaderos no reportan a tiempo y donde el seguimiento es débil. Necesitamos una estrategia nacional, no solo reactiva”, señaló Ana Sofía Carrillo, investigadora del Colegio de Posgraduados en Ciencias Agrícolas.
Dimensión ética y cultural: el valor del campo mexicano
Detrás del brote hay también una lección más profunda: el abandono progresivo del campo mexicano. Muchos ganaderos trabajan sin apoyo técnico, sin acceso a créditos dignos y con mercados que los castigan en vez de premiarlos.
En palabras del Papa Francisco, “una economía que descarta a los pequeños productores no es digna de ese nombre”. La Doctrina Social de la Iglesia insiste en la dignidad del trabajo rural, la corresponsabilidad del Estado en la protección del bien común y el cuidado de la creación.
La plaga que hoy devora al ganado es también reflejo de un sistema que ha dejado de invertir en quienes producen nuestros alimentos. Como sociedad, urge recuperar la vocación productiva del campo con justicia, equidad y previsión sanitaria.
Entre la plaga y la política
El cierre de la frontera al ganado mexicano por parte de EE.UU. es una medida sanitaria, sí, pero también una llamada de atención. México no puede seguir dependiendo de exportaciones vulnerables a brotes imprevisibles, ni permitir que un solo municipio paralice un sector entero.
Urge una política nacional ganadera con visión de largo plazo, basada en ciencia, prevención y justicia económica. Más allá del gusano barrenador, lo que se necesita erradicar es la negligencia, el rezago y el olvido del campo mexicano.
Y sobre todo, escuchar a quienes día con día alimentan al país, como Don Aurelio, quien, entre resignado y esperanzado, concluye: “Si el gobierno no nos ayuda, esta vez sí nos va a llevar el gusano. Pero si nos echan la mano, nosotros sacamos esto adelante”.
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