La Iglesia acoge y es mediadora de paz de las Madres Buscadoras

Amor y dolor son el motor que mueve a las Madres Buscadoras quienes, sin tregua a pesar del peligro, el cansancio, la incomprensión y la adversidad día a día buscan al hijo o hija que les fueron arrebatados físicamente, pero nunca del corazón.

El 10 de mayo no hubo un “¡felicidades mamá!” salido de los labios del hijo ausente, pero sí su vivo recuerdo que siempre está presente en la dolorosa y hendida herida que lleva en el alma.

Para ellas, las Madres Buscadoras, el día de la madre no hay nada que celebrar, sólo les queda levantar más fuerte la voz en este día significativo para reprochar la impasibilidad e indolencia del gobierno al que no le interesa investigar las desapariciones, con lo que más bien pareciera que en lugar de hacer justicia prefiere complacer a la delincuencia.

Con este sentir, el pasado sábado 10 de mayo, las Madres Buscadoras marcharon del Monumento a la Madre al Zócalo capitalino y después se dieron cita en la Basílica de Guadalupe donde se ofició una misa por las víctimas de desaparición forzada y sus familiares, previamente ofrecieron una conferencia de prensa encabezada por María Herrera Magdaleno, Verónica Rosas y Jaqueline Palmeros y Monseñor Francisco Javier Acero Pérez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.

Ahí, en la “Casita Sagrada” del Tepeyac las Madres Buscadoras aseguraron que se encontraron con la Virgen de Guadalupe y con una Iglesia que las ha acogido, escuchado, socorrido y acompañado como mediadora e inclusive en la búsqueda en campo.

“Nos sentimos parte de nuestra Iglesia. Ser atendidas, ser escuchadas y estar en este lugar para nosotros es un gran logro, en medio del dolor y del sufrimiento que hemos venido arrastrando. Sentir el amor, la atención de nuestros pastores es uno de nuestros mejores logros, porque con el gobierno puedo decir que no se logró avanzar en lo más mínimo”, aseguró María Herrera Magdaleno, madre buscadora quien desde hace 16 años vive la tragedia de la desaparición no sólo de uno sino de cuatro de sus ocho hijos.

Por su parte, Verónica Rosas indicó que “su corazón” siente mucha gratitud por esta apertura que ha tenido la Iglesia católica desde el año pasado, cuando les abrieron las puertas de la Basílica de Guadalupe.

Aquí se siente este abrazo, este cobijo de la Iglesia católica que el día de hoy, en especial, nos abraza, porque hoy para muchas madres no hay nada que celebrar porque está esa ausencia, ese vacío en nuestras casas, en nuestro corazón”, subrayó.

María Herrera agradeció la ayuda de los miembros de la Iglesia pues las están ayudándolas a ellas y a las familias de personas desaparecidas no sólo “como seres humanos, sino también como pastores, como defensores de su rebaño porque nosotras hemos ido a exigir al gobierno a decirles lo que sentimos y queremos, pero no nos escuchan, y sabemos que la Iglesia tiene un poder supremo.

“Al gobierno no les creemos, no les tenemos confianza, sin embargo, en nuestras Iglesias, con nuestros pastores tenemos toda la confianza”, reiteró.

Herrera Magdaleno dijo que en los casos de sus hijos, desde hace16 años no se pudo avanzar en lo más mínimo y con el hecho de que la Iglesia les haya abierto las puertas, le va a mostrar el gobierno se va dar cuenta de que ellas se están organizando y a pesar del dolor tan inmenso que significa no encontrar a sus familiares se han convertido en ser constructores de paz, y con todos los medios que están a su alcance evitar que esta situación siga pasando a las futuras generaciones, “lo digo por nuestros nietos, por la gente que viene detrás de nosotros, tenemos que cuidarnos y protegernos”, externó.

Añadió que es necesario que quienes han tenido el infortunio de atravesar por una situación como esta deben unir su dolor, las madres, las familias que tienen un familiar desaparecido porque además se enfrentan a una incomprensión que los hace sentir “humillados, relegados de la sociedad y a veces de los mismos familiares porque dicen si te apoyo lo más probable es que también a ellos les alcance (la delincuencia)”.

Reiteró que lo más cruel que le puede pasar a un ser humano es que te arrebaten a un hijo, y quienes han pasado por esta tragedia hoy pueden sentir que la Iglesia, sus pastores está dando la cara por sus ovejas que somos nosotros.

Iglesia Madre

Monseñor Francisco Javier Acero Pérez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, aseguró que la Iglesia escucha, dialoga y es mediadora, lleva a cabo una acción pastoral.

“Si tenemos que sentarnos con ellas para mediar, mediamos con ellas y nos sentamos con quien esté de presidente. Pero llevamos casi seis años y es una rabia contenida porque el Estado les ha dejado solos y solas”, enfatizó.

“Como iglesia seguimos abiertos siempre a ser mediadores de paz, siempre artesanos de la paz”, recalcó al tiempo de advertir que “con el dolor de una mamá no se juega, el dolor de una mamá no se ideologiza, no se politiza“.

El obispo destacó que cuando las mujeres viven una situación de dolor, este mismo dolor les va dando fuerzas para ofrecer soluciones y estas mujeres buscadoras tienen muchas soluciones para nuestro país, ojalá se las escuche, no para ideologizarlas sino para promover la reconstrucción del tejido social.

“Es importante decir que con el dolor de una mamá no se juega, el dolor de una mamá no se ideologiza, no se politiza“, subrayó.

Más adelante en la homilía de la Misa que concelebró y la cuál fue ofrecida por las personas desaparecidas y las Madres Buscadoras, monseñor Acero Pérez les agradeció por su testimonio ya que “con su búsqueda en fosas clandestinas nos hacen ver que las dificultades se superan con amor, y el amor es lo que les lleva a estar en un campo baldío con un pico y una pala y empezar a descubrir la verdad el amor a sus hijos es lo que a todos nos está haciendo fuertes en lo personal en mi vocación como sacerdote y obispo, y como a mí a muchos de los que hoy les estamos acompañando. Su testimonio de lucha su constancia su tesón sus lágrimas y sobre todo sus ganas de encontrar justicia nos convierte en personas comprometidas y llamadas a la justicia y a la paz no nos hace indiferentes”.

Recordó que en a Pablo lo condenaron por hablar de un Dios que es amor contrario a la violencia y a la polarización, un Dios que une corazones.

El obispo pidió no dejar que en las causas llenas de amor materno entre la política, entre la ideología, como el papa Francisco lo ha recordado más de una vez al señalar que le preocupan las propuestas de tinte ideológico cultural de diversos signos quieren apropiarse del encuentro de un pueblo con su madre.

Monseñor Acero indicó que todos debemos estar unidos como hijos de Guadalupe, unidos como hermanos para participar en lo que nos toque, que como ciudadanos construyamos juntos una sociedad centrada en la persona más que en las ideologías, con justicia y desde el amor al bien común y a la verdad.

El obispo señaló que la Virgen de Guadalupe nos suplica que le permitamos ser nuestra madre, que abramos nuestra vida a su hijo Jesús y acojamos su mensaje para aprender a amar como él. Seamos hermanos mexicanos, tratémonos como lo que somos como hermanos.

Ella vino para acompañar a nuestro pueblo en este camino tan duro de pobreza explotación polarización y manipulación cultural. ella está en medio de los migrantes que buscando libertad y bienestar.

Ella se encuentra en el corazón de cada madre que busca cada día los restos de sus hijos, nuestra madre de Guadalupe está en medio de nuestro pueblo amenazado en su identidad por un paganismo salvaje y explotador, herido por la predicación activa de un ateísmo práctico y pragmático, y a pesar de todo esto ella está aquí con nosotros.

Queridas mamás nuestra madre del cielo hoy nos dice soy tu madre la madre del amor por quien se vive hermanos hermanas la esperanza en Jesús y en nuestra madre de Guadalupe no defrauda Confiemos a ellos nuestro dolor y nuestras inquietudes, concluyó monseñor Acero Pérez.

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