Una elección como ninguna otra

El esperado evento en defensa de la democracia y a favor del voto libre se realizó el pasado domingo, fue un evento multifacético pues si bien la concentración en el Zócalo de Ciudad de México tuvo muchos reflectores, lo cierto es que en variados formatos se dio en un centenar de ciudades de la República e, incluso, en sedes en el extranjero. Este evento es el tercero de esta naturaleza, pero este se da en los prolegómenos de la campaña electoral ya con candidaturas y rumbos definidos a partir de ellas. 

El evento fue impecable por parte de la ciudadanía que mostró su madurez al no caer en la provocación de politizarlo apoyando alguna candidatura, y si bien se puede interpretar como un rechazo a la figura del titular del Ejecutivo, quedó claro que fue en función de las peligrosas reformas que ha venido insistiendo en proponer las cuales vulnerarían la democracia, el equilibrio de poderes y los contrapesos institucionales en muchas áreas, así como en su comportamiento que constantemente viola las leyes promovidas por él mismo en su momento.

La defensa de la democracia, como se insistió en los discursos y en entrevistas previas a líderes de opinión, no es nueva; ha tenido que ser retomada porque se pretende el regreso a un gobierno hegemónico. Por décadas, personas de todos los abanicos ideológicos convocaron a manifestaciones, promovieron huelgas de hambre, hicieron caravanas desde los estados hasta la capital, firmaron desplegados y realizaron otras acciones de resistencia civil hasta que se logró primero tener elecciones libres y luego concretar la ansiada alternancia. Es el momento de tener presente la historia no sólo para valorar lo que se tienen hoy; sino para, por desgracia, aprestarnos a repetir las acciones necesarias si fuera el caso. 

Claro, no se puede soslayar que hay muchas cosas que hoy se harían diferente, pues estamos por varias razones en un mundo distinto. En las marchas, por ejemplo, los asistentes de pronto lanzaron consignas que retomaron el exitoso #NarcoPresidente que ha inundado las redes, en particular el combativo, Twitter o X. Este grito resulta sintomático para propios y extraños pues remarca que, si bien los famosos bots no votan, y las campañas virtuales son limitadas, hay un punto en el que extienden percepciones y moldean a la opinión pública. Y esto no ocurre sobre fantasías, sino que se da cuando hay elementos para darles credibilidad. 

La presumible cercanía del titular del Ejecutivo con el narco y la posible incidencia de este en las elecciones no son sólo un grito, sino que pueden contaminar las elecciones o su credibilidad, y eso también es un ataque a la democracia y este es un escenario inédito en la historia mexicana. 

Por desgracias, o quizá así se puede explicar, llegamos a este escenario con algunas de las instituciones electorales sin el brillo de la limpieza e independencia que tenían antes. La conocida como FEPADE, hoy Fiscalía Electoral está en manos de un incondicional del titular del Ejecutivo, el Tribunal Electoral está incompleto y sus miembros han tenido algunas actuaciones poco aseadas; mientras que en el Instituto Nacional Electoral ha tenido tropiezos operativos que no se habían presentado en presidencias anteriores.  

A pesar de todo, tenemos que confiar en la fortaleza instituciones, especialmente de los procesos del INE que han sido probados por décadas y que la presidencia del INE sí tiene contrapesos en los otros consejeros y en la participación de los representantes de partidos. Esto es importante señalarlo porque cualquier discurso que inhiba la participación en las urnas, que redunde en falta de funcionarios de casilla ciudadanos o que provoque la ausencia de observadores electorales sí causaría un daño terrible a esta elección que es determinante para el futuro del México. 

Al contrario, se debe promover incansablemente la participación en las urnas porque en este panorama particular será el elemento que aporte certeza al proceso electoral. Es indispensable difundir ese mensaje entre toda la población y hacerlo con la suficiente asertividad para hacer entender a dudosos, a insatisfechos, a temerosos, a indiferentes, a apáticos que esta no es una elección cualquiera, que se abren dos caminos frente a nosotros, y que su ausencia en las urnas inclinará fatalmente la balanza al que vayamos por el que daña las libertades, la democracia y los derechos.

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