Ni una coma

Los mexicanos ya conocemos hasta qué grado nos puede hundir como nación tener un Congreso a los pies del Ejecutivo: nos costó setenta años y muchas vidas ser una nación democrática.



Mientras el presidente difunde un video donde hace lo que sí le encanta: jugar beisbol, en la Cámara de Senadores se votaba la Ley de la Industria Eléctrica a una velocidad y con una eficiencia que ni en los más arraigados tiempos del priismo se tenía. Ni una coma se cambió, tal como se ordenó.

Los mexicanos sí debemos estar primero preocupados por la forma en la que fue aprobada esta reforma a meses de las elecciones más importantes que enfrentaremos.

De inicio, se bateó la opción de abrir el tema a su discusión en Parlamento Abierto. Este mecanismo es una de las poquísimas oportunidades de participación ciudadana que hay para presentar opiniones de expertos, sentires de la ciudadanía y abrir a la sociedad lo que se va a decidir.

No es que sea un mecanismo perfecto, de hecho, al no ser vinculante, con toda facilidad se le da la vuelta a sus conclusiones como ocurrió en 2019 con la creación de la Guardia Nacional, cuando lo legislado fue en absoluta contradicción con lo comentado en el Parlamento.

En la misma Cámara de Diputados donde en el tema eléctrico hace un par de semanas sí se realizó, aunque por su organización se dio preferencia a las posturas favorables a la reforma. Pero esta vez ni siquiera disimularon que al único que oirían 68 senadores de la República es al Ejecutivo.

En Morena no sólo utilizaron la aplanadora de votos, sino que se lanzaron a la aprobación mostrando en todas y cada una de sus acciones que actúan por consigna, que la sospechosa prisa por complacer al Ejecutivo es más importante que cuidar formas.

Su actuar cerrando la puerta a cualquiera que alzara la voz, suprimiendo con sus acciones la independencia de los poderes y, peor, regodeándose en su sumisión es una alerta que debe servir para movernos ya a preparar las próximas elecciones.

Recuperar el equilibrio de poderes es indispensable si queremos seguir siendo una nación democrática. Los mexicanos ya conocemos hasta qué grado nos puede hundir como nación tener un Congreso a los pies del Ejecutivo: nos costó setenta años y muchas vidas ser una nación democrática.

Estos últimos casi tres años nos lo han venido a recordar lo que es la imposición, la burla al ciudadano de a pie, la indefensión ante acusaciones falsas o no. Las generaciones que no lo experimentaron en el pasado hoy están viendo.

Frente a los ojos de todos se evaporó ayer la posibilidad de tener energías limpias, se nos impuso la contaminación, los precios elevados, la cancelación de inversiones y muchas otras consecuencias que todavía no se ven.

Pero, estamos a tiempo. En una amarga paradoja podemos agradecer a los diputados y senadores que no hayan cambiado ni una coma a la Ley de la Industria Eléctrica, porque a tres meses de las elecciones dejan claro que es urgente hablar de los beneficios de tener un congreso equilibrado, comentar que los representantes legislativos son puestos con votos y a esos votos deben responder.

Es hoy cuando hay que mover para participar masivamente en las elecciones tanto votando como siendo funcionarios de casilla u observadores electorales. Son tres meses lo único que tenemos para ganar el equilibrio legislativo o perder al país.

 

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