Hablar de paz en momentos tan turbulentos como los que vivimos en México, pudiera parecer un mero recurso de narrativas románticas o de sueños imposibles.
¿Huele a algo orquestado al servicio de intereses supranacionales? Así parece. Las operaciones políticas siguen las prescripciones del Foro de Sao Paulo.
Corina no ha necesitado colgarse un Rosario o meterse en una falta con la imagen de la Virgen de Guadalupe para que todo el pueblo constate que pertenece a la raza.
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