La simulación democrática impulsada por el oficialismo, bajo el pretexto de la participación del “pueblo”, derrumbará por completo el equilibrio de poderes.
Las primeras versiones oficiales del gobierno encabezado en ese tiempo por Andrés Manuel López Obrador no pasaron la prueba del ácido: la verdad y la certeza son inexistentes en los gobiernos de la transformación.
Las redes sociales nos han mostrado los enormes riesgos de que personajes ligados al crimen organizado se encuentren en las boletas de las elecciones judiciales.
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y la continuidad de los gobiernos morenistas en México nos mantendrán al menos los siguientes cuatro años en discusiones públicas superficiales.
México será más fuerte, más solidario, más democrático y mejor país, cuando luego de una “pausa” se dé paso a la responsabilidad pública y a la eficiencia gubernamental.
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