El PAN tiene una nueva oportunidad. Pero no será con discursos vacíos ni con reciclajes de siempre. Será con verdad, con humildad, con propuestas, y sobre todo, con la gente.
México ha vivido tragedias que deberían habernos enseñado a construir resiliencia, pero en lugar de aprender, se ha perfeccionado una coreografía de simulación. Cada desastre se convierte en un ensayo general para el teatro del poder.
Solicitar la intervención de la CPI no es exageración: es un grito de auxilio desde el fondo del pozo. México debe decidir entre maquillaje estadístico o justicia real.
La violencia no es lo único que lo iguala con otros miembros de la autodenominada "cuarta transformación": sus excesos en su estilo de vida dibujan a lo peor de la clase política.
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