La violencia no es lo único que lo iguala con otros miembros de la autodenominada "cuarta transformación": sus excesos en su estilo de vida dibujan a lo peor de la clase política.
El Tren Maya, lejos de ser símbolo de justicia social, se ha convertido en un catálogo de descarrilamientos, sobrecostos, baja ocupación, devastación ambiental y negocios privados que enriquecen a pocos.
La historia reciente está plagada de escapes dignos de película, orquestados con la complicidad de custodios y directivos, o facilitados por la carencia absoluta de controles.
De la intervención personal a la implementación institucional
Lamentablemente, parte de la clase política del país se ha encargado de alimentar dichas narrativas. Pero en realidad, ¿esas medidas populares son benéficas para el país y la democracia?
El gobierno de México, pero también los gobiernos estatales morenistas, evitan hablar de todo y peor aún, ponerles nombre a las víctimas, para sustituirlo por números y cifras, para despersonalizarlos e invisibilizarlos.
Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestra web. Si sigues utilizando este sitio asumiremos que estás de acuerdo.Acepto