De un emperador europeo a un imperio cervecero

La historia de la cerveza en México es una de las más fascinantes y menos contadas de nuestra identidad nacional. Aunque hoy el país es el mayor exportador de cerveza del mundo —de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, superando los 6,000 millones de dólares anuales— su origen no está en una fábrica moderna ni en una empresa multinacional, sino en un decreto imperial del siglo XVI y en el gusto personal de un emperador europeo del siglo XIX.

A lo largo de cinco siglos, un producto inicialmente ajeno se volvió profundamente mexicano, transformándose en motor económico, símbolo cultural y parte de nuestra convivencia familiar, siempre que se consuma responsablemente

Esta es la historia de cómo Carlos V, Maximiliano de Habsburgo y un maestro cervecero alemán llamado Ludwig Graf dieron origen a una tradición que hoy enorgullece a México.

1542: Carlos V y la primera cervecería del continente

La evidencia histórica señala que la cerveza llegó a México oficialmente en 1542, cuando Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de España, firmó un permiso para establecer la primera cervecería del continente americano en lo que hoy es el Estado de México.

La autorización se otorgó al productor Alonso Herrera, quien instaló la operación en Amecameca, en la Hacienda de los Portales. Documentos del Archivo General de la Nación confirman esta producción temprana, que coexistía con bebidas tradicionales como el pulque.

La llegada de la cerveza respondía al intento de llevar productos europeos al Nuevo Mundo para atender la demanda de colonos y soldados españoles. Aunque no alcanzó una escala industrial, este episodio sentó el precedente para una bebida que siglos después florecería en las manos de los propios mexicanos.

En entrevista para este reportaje, Emanuel Calderón, cronista local de Amecameca, explica: “Aquí comenzó todo. Antes de que existieran las grandes cerveceras del Porfiriato, México ya producía cerveza artesanal en una hacienda hecha con manos indígenas”.

Del virreinato a la independencia: la cerveza como curiosidad europea

Durante los siglos XVII y XVIII, la cerveza permaneció en un segundo plano. Las rutas comerciales eran complejas, el clima no favorecía su conservación y la población prefería bebidas tradicionales. No obstante, en las casas aristocráticas seguía consumiéndose cerveza importada.

Tras la Independencia, la apertura comercial permitió la llegada de nuevas técnicas y maestros cerveceros europeos, pero todavía no había surgido la chispa que detonaría la modernización del sector. Esa chispa se encendería en 1864… y llevaría corona.

Maximiliano de Habsburgo: el emperador cervecero

Cuando Maximiliano de Habsburgo llegó a México en 1864 para encabezar el Segundo Imperio Mexicano, trajo consigo valores liberales, estilo europeo… y un marcado amor por la cerveza. Los archivos de Miramar y testimonios recogidos por historiadores como José Manuel Villalpando señalan que Maximiliano:

  • Prefería específicamente las lager vienesas, de fermentación baja.
  • Tenía el hábito de beber cerveza con sus comidas.
  • Consideraba necesario introducir técnicas modernas para producirla en México.

Pero no era solo un gusto personal: Maximiliano veía la cerveza como una industria capaz de generar empleo, salud pública y orden social, ya que consideraba que podía sustituir parcialmente el consumo excesivo de aguardientes.

Ludwig Graf: el maestro cervecero que cambió la historia

Para asegurar su bebida predilecta, Maximiliano convocó en 1865 al maestro cervecero alemán Ludwig (Luis) Graf, especialista en la producción de lager, una cerveza que requería temperaturas más frías y estrictos procesos de fermentación.

Graf llegó a México con la tarea de producir la primera lager mexicana, un experimento ambicioso para la época, considerando el clima cálido de la capital y la falta de infraestructura para refrigeración.

¿Cuál fue su resultado?

De acuerdo con investigaciones publicadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Graf logró producir una cerveza clara de estilo vienés que sorprendió al círculo íntimo del emperador por su calidad y estabilidad. Esta fue la primera lager mexicana documentada, antecedente directo del tipo de cerveza que hoy domina el mercado nacional.

La primera cervecería moderna: El sitio elegido por Maximiliano

Maximiliano autorizó la instalación de la producción en un área cercana a la Ciudad de México, en los terrenos de la Hacienda de San Jacobo, cerca de Tacubaya (entonces zona semi rural). Ahí, Ludwig Graf estableció un pequeño taller cervecero que funcionaba como laboratorio y fábrica piloto.

Aunque esta cervecería no sobrevivió tras el derrocamiento del imperio en 1867, su impacto fue enorme:

  • Introdujo técnicas modernas de fermentación baja
  • Capacitaron a artesanos mexicanos
  • Fijó los estándares que después seguirían las cervecerías del Porfiriato

El historiador cervecero Martín González Guzmán detalla: “Sin Maximiliano y Graf, la cerveza mexicana no habría dado el salto tecnológico que permitió la creación de las grandes marcas del siglo XX”.

Después del Imperio: los mexicanos toman la estafeta

La caída de Maximiliano trajo consigo el cierre de su pequeño taller cervecero, pero no el fin de su legado. Decenas de mexicanos que trabajaron ahí llevaron el conocimiento a distintos puntos del país. Apenas dos décadas después, durante el Porfiriato, surgieron las casas cerveceras que hoy conocemos:

  • Cervecería Moctezuma (1894)
  • Cervecería Cuauhtémoc (1890)
  • Cervecería Modelo (1925)

Todas ellas produjeron lagers, el estilo introducido por el emperador.

México, potencia cervecera mundial

Hoy México es:

  • Primer exportador mundial de cerveza
  • Uno de los principales productores globales
  • Creador de marcas icónicas en más de 180 países

Según datos de Cerveceros de México (2024):

  • La industria genera más de 700,000 empleos directos e indirectos.
  • Exporta más de 42 millones de hectolitros anuales.
  • Es uno de los sectores con mayor integración agrícola y de cadenas de valor.

Para Adriana Torres, trabajadora de una planta cervecera en Tuxtepec, Oaxaca, la cerveza es más que una cifra: “Mi papá trabajó en cervecería, ahora yo. Ha sido el sustento de la familia. Aquí la cerveza da trabajo, da escuela, da futuro”.

El valor mexicano detrás de la cerveza

Aunque nació como una bebida europea, la cerveza mexicana se consolidó gracias a:

  • La capacidad de adaptación y trabajo del pueblo mexicano
  • La visión empresarial del siglo XIX y XX
  • El orgullo de una industria responsable con su comunidad

El  trabajo es camino de dignidad y participación en el bien común. La historia cervecera mexicana lo confirma: esta industria ha sostenido regiones, familias y proyectos de vida enteros.

La historia de la cerveza en México es, en el fondo, una historia de apropiación cultural exitosa. Lo que empezó como un gusto aristocrático europeo se convirtió en un símbolo profundamente mexicano.

Desde el decreto de Carlos V, pasando por el refinamiento técnico traído por Maximiliano y su maestro cervecero Ludwig Graf, hasta llegar a las grandes cerveceras nacionales del siglo XX, la cerveza mexicana muestra que cuando el conocimiento se combina con el talento de nuestros trabajadores, México trasciende.

Porque los imperios pasan. Pero el trabajo bien hecho permanece. Y en esa historia, México tiene mucho que brindar.

 

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