El llamado relanzamiento del PAN el sábado pasado ha dado mucho de qué hablar. Eso es muy bueno, se podría decir que les resultó bien el efecto del evento. Llevamos años en los que del PAN solo hay malas noticias, problemas y decepciones. Su lanzamiento sabatino ha permitido que regrese a la conversación pública, algo en lo que estaba ausente o simplemente aparecía en tono negativo.
Por supuesto que hay críticas. Sobre todo por el logotipo presentado, pero se entiende que eso es parte de la burla fácil, el recurso chusco ante la propuesta de diseño con la que siempre es imposible darles gusto a todos.
De la lectura de las columnas en los medios tradicionales, prensa, radio se desprende lo de siempre: los blanquiazules tienen mala prensa, no les caen bien a los profesionales de los medios de comunicación. Es un tema añejo, un problema de desconfianzas. Nuestra comentocracia siempre se ha sentido más de izquierda, más “progre”, siempre les dio repele que los asociaran al panismo. Mejor de lejos. Pero más allá de las críticas a botepronto, parece que el panismo y su dirigencia salieron de un marasmo, de su depresión post electoral y se dieron cuenta de que hay gente que todavía espera algo de ese partido. Y han ofrecido algunas salidas.
No lo quisieron decir, pero se entiende que se definieron como un partido de derecha. Algo un poco raro, pues desde hace mucho el PAN es el partido de derecha en México nada más que a ellos no les gusta asumirse como tal. Patria, familia y libertad serán los ejes de su discurso público, según anunciaron, aunque todavía no sabemos cómo es que lo desarrollarán. Por lo pronto parece ser un lazo de unión con otros partidos de derecha en el mundo.
Quizá esta definición, que es importante, se vio un tanto opacada por el anuncio sobre las alianzas o, mejor dicho, la cancelación de su alianza con el PRI. Esta alianza siempre ha representado un problema para el panismo. Por un lado el antipejismo los presionaba durísimo para ir en alianza. Hacían unas sumas un poco extravagantes según las cuales se sumaban los votos de todos los partidos más una altísima participación y un repudio generalizado al gobierno, llevaba al triunfo opositor. Ese escenario nunca se ha dado. Por el otro lado están los que defienden aquello de “mejor solos que mal acompañados”, argumentando que el PRI resta votos, que es cuestión de tiempo su arribo al panteón. Atrapados en esa dinámica eligieron candidata presidencial que ni era del PAN ni era del PRI. Los resultados son de sobra conocidos.
Considero que para la situación por la que pasa el blanquiazul lo mejor es ir solos, despegarse del PRI, soltar ese lastre y perder o ganar con candidatas y candidatos propios y también con causas propias. El PAN tiene varias zonas de influencia innegable. Fortalecer su discurso, elegir los pleitos que convienen y cerrar la puerta a las definiciones que hagan de su partido los adversarios, parece ser una buena opción. Por lo menos, es mejor que la nada en donde estaban parados.
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