Última llamada

Es indudable que la crisis en el Partido Acción Nacional ha tocado uno de sus puntos más álgidos luego de la derrota electoral de junio pasado. El intercambio de mensajes vía redes sociales, en los que se reparten culpas y se intensifican acusaciones, es el reflejo de que los espacios de discusión interna están cancelados y es la advertencia del necesario e impostergable cambio de timón.

Como lo advertí hace más de un año en uno de mis artículos de opinión, la crisis en los partidos políticos no es nueva y tampoco el PAN es la única institución que tiene severos problemas. Sin embargo, estos debates se hacen visibles por tratarse del partido de oposición que tuvo más votos y por cuya representación en el legislativo está llamado a hacer frente al régimen.

Desafortunadamente, la sesión del Consejo Nacional el pasado fin de semana evidenció que los principales responsables de conducir al partido a mejor destino se niegan a la autocrítica y asumieron, además, que concentrar todas las culpas en el dirigente nacional puede evitar que quienes lo acompañaron en sus acuerdos para la elección se deslinden de responsabilidades.

Por ello, me parece un grave error que se pretenda reeditar un proceso electoral interno con vicios antidemocráticos y acuerdos entre las mermadas elites partidistas, que no están escuchando a miles de militantes y millones de ciudadanos que nos exigen renovarnos. Y ante la repartición de culpas, reitero lo que escribí en junio de 2023:

No concibo que quienes tuvieron el honor de presidir el PAN, hoy asuman desde lejos de la institución que los impulsó, una posición crítica sin reconocer que los problemas que vivimos también son parte de su legado público.

El liderazgo moral poco sirve si no se transmite a las nuevas generaciones, si se guarda en un cajón para después desempolvarse sólo como añoranza de las glorias pasadas, pero que lamentablemente ya pocos recuerdan. Los jóvenes tienen derecho a saber cómo se construyó el PAN desde la oposición.

Es cierto que institucionalmente no hemos defendido, por rencillas internas, nuestros logros en la política pública de 12 años de gobiernos que demostraron mayor eficiencia y compromiso por México. Pero también es verdad que hubo decisiones y alianzas con grupos priistas que ahora se encuentran cómodamente instalados en el obradorato.

El partido que nos ha dado cobijo a todos se mantiene vigente gracias a los panistas, militantes o no, que han sido invisibilizados a lo largo y ancho del país. Estamos todavía de pie por los miles de ciudadanos que, a pesar de nuestros errores, aún confían en que podemos reconstruirnos.

Estoy convencida que los cimientos del PAN están fuertes y sólidos, pero para nuevamente relanzarnos, la sociedad nos hace una última llamada: es urgente un cambio de timón, que no admita simulaciones con los mismos actores y con los mismos vicios. O los cambiamos o morimos.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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