El pasado jueves 8 del presente mes, como “reguero de pólvora” se difundió por diversos medios de comunicación, y desde luego por las redes sociales, la esperada noticia de que, en el tejado de la Capilla Sixtina en El Vaticano, había salido humo blanco, como evidente señal de que los Cardenales Electores se habían puesto de acuerdo en quién sería el nuevo Papa de la Iglesia Católica.
Dicha espera la tuvimos desde las 3:00 horas (horario de Ciudad del Vaticano) del 21 de abril, cuando los católicos del mundo recibimos la noticia del fallecimiento de nuestro muy querido Papa Francisco, quien en 12 años de Pontificado supo ganarse el cariño no solo de la grey católica, sino también de personas de diversos países que veían en él un carisma único y un líder mundial que insistía en lograr la paz en el mundo.
Fueron 15 días de espera para que, seguidos los protocolos de despedida y sepultura a Francisco, los Cardenales pudieran reunirse en Cónclave para encontrar al líder que la Iglesia Católica necesita como el 267 sucesor del Apóstol Pedro, a quien Jesucristo le encomendó su Iglesia.
Con gran emoción, en el segundo día de análisis, oración y disertación, tras 2 votaciones en las cuales no se lograron las 2 terceras partes de los votos, en la tercera al fin hubo un acuerdo de los Cardenales de la Iglesia Católica menores de 80 años, eligiéndose, con inspiración del Espíritu Santo, al Cardenal Robert Francis Prevost Martínez como sucesor de Pedro.
En su presentación ante el pueblo católico congregado en la Plaza de San Pedro y unido en transmisión directa por diversos medios de comunicación y redes sociales, pidió ser llamado León XIV. Y no puedo dejar de destacar la imagen de confianza que nos dio a quienes fuimos testigos de este acto, vimos a un Papa muy emocionado, incluso con los ojos vidriosos muestra de ser una persona que siente y se emociona como todos.
Quienes esperaban ver a un líder recio, duro, un tanto insensible o incluso mandón, se quedaron esperando. León XIV es un hombre, un ser humano consciente de la responsabilidad que ha recaído en su persona, así como quedó claro desde su primer mensaje al pueblo cristiano, fue un saludo de paz, expresando su deseo de que llegue a nuestros corazones, a nuestras familias, y a toda persona que se encuentre en donde estamos, a todos los pueblos, a toda la tierra, expresando: “¡La paz esté con ustedes!”
Y continuó: “esta es la paz de Cristo Resucitado, una paz desarmada, una paz desarmante, humilde y perseverante, que proviene de Dios, de Dios que nos ama a todos incondicionalmente”.
El papa León XIV es un sacerdote que conoce de cerca a su pueblo, que, así como lo pidió insistentemente su antecesor Francisco, ha sabido ser “un pastor con olor a oveja”, pues ha sido humilde en su trato y mensajero de la paz de Dios. Nacido en Chicago, Estados Unidos de Norteamérica, descubre su vocación sacerdotal al lado de la Orden de San Agustín (OSA) después de haber estudiado en diversos colegios de dicha orden.
Es Ordenado Sacerdote en junio de 1982, y desde el año 1985 la vocación misionera de la OSA lo lleva al Perú, en donde su sacerdocio se desarrolla en diversas encomiendas y misiones de la orden por más de 18 años, regresa a los Estados Unidos a continuar en las misiones de la orden en su país de origen y regresa al Perú siendo consagrado Obispo de la Diócesis de Chiclayo en 2015, y en 2020 de la Diócesis de Callao. En enero de 2023 es llamado por el Papa Francisco a acompañarlo en El Vaticano para desarrollar diversas encomiendas.
Me llena de entusiasmo saber que nuestro nuevo Papa es misionero, pues ese espíritu de ser un hombre comprometido a llevar la Palabra de Dios a todos los rincones del mundo estará vigente, pero más aún cuando sabemos que no solo proclama a Cristo, sino que ha seguido su ejemplo al hacer su palabra vida cotidiana.
Igualmente, al escoger el nombre de León XIV en su Pontificado, sabiendo que los sucesores de Pedro adoptan un nuevo nombre que refleje sus inspiraciones, devociones o incluso el estilo de liderazgo que piensan podrán ejercer, debe ser esperanzador para aquellos católicos que tenemos una vocación política, pues hay que recordar que fue el Papa León XIII quien publicó la Encíclica Rerum novarum (Cosas nuevas), con que se dio inicio a la llamada Doctrina Social de la Iglesia.
Es mi opinión, confió en que el Papa León XIV dará un fuerte impulso a la práctica de los principios rectores de dicha doctrina social: Dignidad de la persona humana, primacía del bien común, destino universal de los bienes y propiedad privada, principio de solidaridad, principio de subsidiariedad, participación social, cultura de la vida y de la calidad de vida, y la existencia de la ley moral.
Creo fervientemente que solo con la práctica política y social de dichos principios, la acción de todos en la política será siempre en favor de los más necesitados, ejerciendo una política humanista, justa y que tienda al bien común.
Pidamos a Dios en nuestras oraciones por un Pontificado que dé frutos en favor de la Iglesia de Cristo y para todos nosotros, creyentes y no.
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