Suenan los tambores de la violencia política

Una de las cosas que mejor ha hecho el presidente de México es tener un trato preferente, por lo menos en el discurso, a la población más pobre del país; él mismo reconoce que lo hace por estrategia política, pero lo hace bien; habla al México profundo que ha padecido la injusticia, la desigualdad, el clasismo y hasta el racismo que se asoma de distintas maneras en la sociedad y en las conversaciones públicas. Ante estos mensajes presidenciales, una parte de la oposición contribuye, aún sin quererlo, a fortalecer al titular del Ejecutivo, cuando toma posiciones que polarizan aún más a los mexicanos.

Nos referimos a esas reacciones apasionadas, de una buena parte de la oposición, que no logra entender el impacto que tiene el lenguaje presidencial en esa amplia franja de la población mexicana y cae en el juego de la polarización, insultando a la gente que sigue al presidente como ignorante, chaira y demás términos. Sólo basta entrar a las redes sociales y estar en uno de los algoritmos de esta oposición a Morena, para ver los memes que contienen insultos y términos que lejos de ayudar a su causa, la destruyen.

Por lo tanto, el presidente se ve fortalecido, porque la gente menos favorecida refuerza su creencia en que hay unos cuantos privilegiados que los tratan mal, los insultan y hasta los roban. Fortalece la creencia de que la justicia es como una víbora, sólo pica a los que no traen botas.

No es nada nuevo, la mayaría de los políticos del mundo usan a la pobreza y a los pobres para hacerse del poder y luego ya no soltarlo.

Aún antes de todas las especulaciones que han escrito recientemente distintos opinadores, este factor de polarización ya es un elemento importante para la generación de violencia política. No hay responsabilidad en el lenguaje del oficialismo, pero tampoco en algunos sectores de la oposición. La división social se agrava cuando en lugar de debatir ideas, se generan sólo insultos.

Otro factor es que los niveles de violencia criminal no se han detenido, la percepción de inseguridad es un elemento que crece, en las colonias populares la gente se empieza armar ante la amenaza latente de asaltos en sus transportes públicos o en sus colonias; y los empresarios toman acciones ante el temor de ser secuestrados. De esa violencia nadie se salva y cuando se le agrega ese lenguaje de división que utilizan ciertos sectores del poder político, todo se puede descontrolar.

Cuando ocurre un magnicidio, el clima social previo contiene distintos gérmenes para culpar a cualquiera actor: el narcotráfico, los adversarios, el gobierno, la imprudencia, la locura, etcétera. Y México ya lleva bastante tiempo con un pleito cada día, que además tiende a agravarse cada seis años, cuando surge la pasión por la sucesión presidencial. El antecedente inmediato, por supuesto es el caso de Luis Donaldo Colosio.

Ya hay algunas alertas:

El INE ha perdido autoridad, algunas de sus acciones están sometidas a otros poderes y los aspirantes han violado todas las normas legales que guiaban el proceso electoral; en las leyes escritas aún no hay precampañas, en la vida real hay precampañas simuladas. Contrario a lo que dicen las marchas: El INE si se toca.

En el ámbito de las corcholatas, han muerto trágicamente dos operadores del ex secretario de gobernación, Adán Augusto; una fue asesinada; y otro operador murió en el desplome de un helicóptero, ambos en el estado de Veracruz.

El intento de asesinar al periodista Ciro Gómez Leyva, que es en sí una nítida alerta, porque es un claro intento de desestabilizar al país.

Procesos electorales sacudidos por la violencia política. En el documento Atlas de la Seguridad y la Defensa de México 2020, editado por el Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, se indica que en el proceso electoral 2020-2021, se registraron 1,066 agresiones, y 36 asesinatos que se llevaron a cabo contra actores políticos.

Cada seis años el país se sacude con una gran efervescencia política; es responsabilidad de todos y sobre todo de los que tienen más poder, no abonar a la polarización que nos lleve al trágico suceso de un magnicidio. Siempre habrá actores locales, e internacionales, que les convenga un país inestable y ganen con una crisis de esa magnitud.

Los que fueron sorprendidos por el futuro no estaban poniendo atención.

Gary Hammel

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