Si preguntamos a quienes conviven con nosotros, sea familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo o de estudios, etcétera, uno de sus principales deseos es que podamos vivir en paz, sin problemas, violencia, delincuencia y guerras, pues para nosotros vivir en paz se traduce en poder vivir felices.
Sin embargo, por los hechos, pareciera que la realidad es completamente distinta.
Todos los días nos enteramos por los medios de comunicación y desde luego por las redes sociales, de que, en los últimos meses, en nuestro estado se han incrementado los momentos de violencia que se viven al interior de las familias, se han multiplicado las desapariciones de personas, los robos con violencia y las ejecuciones son cosa de todos los días y pareciera que no hay autoridad que pueda poner orden.
Y pongo como ejemplo de esa violencia cotidiana, hechos ocurridos en nuestra ciudad hace unos días, cuando, después de una disputa en el tráfico en una de las avenidas más importantes y transitadas, los involucrados tuvieron no solo un intercambio violento de sus argumentos, sino que después de liarse a golpes uno de ellos terminó arrollando al otro dejándolo moribundo en la calle, para perder la vida más tarde en el hospital.
Igualmente, ejemplifico la violencia que hoy vivimos en nuestro estado con hechos ocurridos esta semana en La Rumorosa, municipio de Tecate, Baja California, cuando dos personas que eran seguidas y amenazadas por un par de sujetos decidieron resguardarse en las instalaciones de la Guardia Nacional, y lejos de motivar a los delincuentes a retirarse, decidieron liarse a balazos con los militares, resultando dos de los guardianes del orden con heridas serias que los mandaron al hospital.
Y fue sumamente extraña la respuesta del Secretario de Seguridad Pública del estado a representantes de los medios de comunicación, al señalar que en esta región se encuentran unos 120 elementos de diversas corporaciones, decenas de unidades móviles y 2 helicópteros, y que los aproximadamente 15 delincuentes que operan en la zona pronto serán aprehendidos. Si esas son las fuerzas de ambos bandos, no se entiende, sino que sólo a consecuencia de la complicidad, puedan los delincuentes haberse prácticamente apoderado de la plaza y hacer de las suyas un día sí y el otro también.
¿Si personalmente y como sociedad estamos verdaderamente cansados de este tipo de hechos tan cotidianos, porque no podemos desarraigarlos de nuestras ciudades?
Tal parece que no somos todos los que queremos vivir en paz, no todos alzamos la voz ante un gobierno apático y mentiroso que trata de hacernos creer que lo peor ya ha pasado, pero lo más grave, muchos mexicanos pareciera que encuentran su felicidad disfrutando de la violencia, la festejan en sus canciones y no se diga en cómo se manifiestan en las redes sociales, en donde la alegoría por la violencia es impresionante.
En contraste, los llamados de la Iglesia Católica a la paz es algo que resaltar.
Recientemente, la Conferencia del Episcopado Mexicano, junto a la Orden de los Jesuitas en México y otro par de instituciones católicas, en el marco del tercer aniversario de la Declaración del Diálogo Nacional por la Paz, hace un nuevo llamado a “Trabajar sin descanso por la paz desde cada rincón del país”.
En éste, refrendan su llamado a todas las partes involucradas en la violencia que hoy se vive, a un constante diálogo, de donde destaco el párrafo siguiente: “Frente a un país herido por la violencia, el Diálogo Nacional por la Paz es una apuesta por la vida, por la justicia y por la verdad que se resiste a normalizar el horror y se atreve a imaginar otro México posible. Es la suma de voluntades que desean recuperar la paz desde abajo y en diálogo con todos los sectores.”
Otra forma de violencia es la que se vive en diversas regiones de nuestro planeta, en donde dirigentes de unos países han declarado la guerra armada a otros y las desgracias de sus pueblos son cada vez más patentes. La última de estas es la desatada entre Israel e Irán, conflicto de pronósticos reservados.
Por ello vale la pena recordar el llamado del Papa León XIV, quien el pasado 18 de junio señaló: “Las potentes armas empleadas en la guerra actual amenazan con llevarnos a una barbarie superior a la de los tiempos pasados. En nombre de la dignidad humana y del derecho internacional, repito a los responsables lo que decía el papa Francisco: ¡la guerra es siempre una derrota! Y afirmo con Pío XII: «Nada se pierde con la paz, todo puede perderse con la guerra»”.
Es mi opinión, vivir en paz debe de ser un deseo común, solo de esa manera podremos cambiar las condiciones de violencia que hoy vivimos. Sí, un gran responsable de nuestra paz lo es el gobierno, pues es su atribución garantizarla a todos los mexicanos, pero también nuestra vida cotidiana debe de cambiar en favor de quienes conviven cada día con nosotros, esa es una buena forma de ir cambiando nuestra realidad.
Si nos alejamos de deseos personales que no nos lleven a la paz, estaremos construyéndola día a día en nuestro entorno.
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