Desde el 8 de mayo, cuando apareció por primera vez en la logia de San Pedro como León XIV, Robert Prevost, el primer papa estadounidense y primer agustino en la historia reciente, el Vaticano ha ido tomando un rumbo de menos estridencia y más continuidad silenciosa.
Los 100 días como Sumo Pontífice, que se cumplieron el 16 de agosto, permitieron hacer un corte de caja para observar el estilo de León XIV de dirigir a la Iglesia; en este sentido, ha destacado procura la unidad de los católicos y evita la polémica, pero no ha renunciado a prioridades que ya estaban en marcha como la limpieza institucional, la conversión ecológica y una Iglesia con “perfil misionero”.
La agenda inicial ofreció fotos potentes. El 18 de mayo, la misa de inicio del ministerio petrino, con miles de fieles y delegaciones de alto nivel incluido el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, fijó el tono: paz, unidad, caridad por encima del poder y de la propaganda religiosa. La jornada cerró con reuniones bilaterales y un mensaje que, sin innovaciones doctrinales, sí insistió en una diplomacia pastoral e incluso ofreció que la Santa Sede fuera el lugar para llevar a cabo las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania.
Retoma tradiciones
León XIV retomó tradiciones que el papa Francisco dejó de utilizar, sin que ello signifique una ruptura doctrinal entre ambos pontificados. La primera de ellas fue el usar la muceta roja al salir al balcón de la Plaza de San Pedro en su presentación como Sumo Pontífice.
También recuperó Castel Gandolfo como residencia de verano y normalizó el uso de los apartamentos papales, pero lo hizo con un gesto propio de los agustinos que viven en comunidad al convertir el palacio en una “vivienda compartida” con frailes agustinos.
En el trato con los fieles, el registro ha sido cercano y ritual. Ángelus, audiencias generales y celebraciones de calendario en las que estuvo incluida la participación en el Jubileo de los Jóvenes, han mostrado a un pontífice que privilegia el ritmo de la oración y el encuentro cara a cara antes que el pronunciamiento relámpago. Incluso en vacaciones, León XIV reapareció para el Ángelus y misas en la región del Lacio, y multiplicó gestos de caridad como el almuerzo con personas sin recursos.
Con líderes políticos, la fase de tanteo fue intensa desde el arranque. A las pocas horas de la misa inaugural, el Papa recibió al vicepresidente estadounidense JD Vance y al secretario de Estado, Marco Rubio. El 21 y 22 de junio, se llevó a cabo el Jubileo de Gobernantes en Roma, encuentro que reunió a líderes políticos, diplomáticos y autoridades de más de 60 países para reflexionar sobre el bien común, la paz y el desarrollo sostenible.
Además de insistir en sus discursos públicos sobre la paz que afecta a varias regiones del mundo, León XIV convocó el 22 de agosto a una jornada de ayuno y oración por la paz, en este sentido la diplomacia espiritual que se caracteriza por ser pacífica y directa, es por ahora su carta más visible.
Temas de fondo
En sus mensajes León XIV ha sido muy claro en cuatro puntos específicos:
- Paz: el Papa ha hecho un llamado reiterado al cese de la guerra y a la diplomacia responsable.
- Ecología integral: en este tema existe con lo propuesto con Francisco, pero con un énfasis que vincula crisis climática, deforestación y nuevas tecnologías con el tejido de las comunidades.
- Purificación institucional: proseguir las reformas económico-financieras y la transparencia como cuestión moral.
- Cultura digital: inspirado en León XIII, el Papa ha dejado entrever que trabaja una actualización de la doctrina social para la era de la inteligencia artificial.
En el registro del lenguaje, León XIV aparece muy agustino: mucho de comunidad, búsqueda de la verdad y realismo cristiano. En agosto, su mensaje al Meeting de Rímini condensó su brújula: la paz se hace con gestos cotidianos y la revolución digital trae riesgos que exigen una antropología sólida. No se trata de demonizar la tecnología, sino de domesticarla con ética y educación, ha señalado.
Otra de las expectativas sobre lo que realizará León XIV es si se abrirá más a los tradicionalistas o a quienes quieren hacer cambios drásticos en la Iglesia, en este aspecto, el Papa les hablado con signos a los tradicionalistas a través de un cuidado en la liturgia, la devolución de rutinas romanas, pero sin concesiones doctrinales explícitas ni guiños que impliquen reversas normativas.
En tanto que a los reformistas, les ofrece continuidad en la agenda social, ecológica y de sinodalidad, con una novedad: la voluntad de pensar una doctrina social para el mundo digital y la Inteligencia Artificial.
Es muy notorio que León XIV centra su mensaje en la unidad, tanto dentro como fuera de la Iglesia, en la misericordia que se concreta en políticas públicas que pacifiquen y en una conversión ecológica que cuide a los más vulnerables.
León XIV convocó a un ayuno por la paz, al mismo tiempo que alienta encuentros con autoridades y creyentes de otros credos, tejiendo así una diplomacia de unidad. El León XIV de estos 115 días no pretende ser protagonista, sino “levadura pequeña” que haga fermentar una Iglesia menos polarizada y un mundo menos violento. El resto que se plasmará entre otros en documentos están por venir.
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