La Gran Mezquita de al-Nuri en Mosul, ciudad del norte iraquí donde el líder del grupo yihadista Estado Islámico (EI), Abu Bakr al-Baghdadi, proclamó un califato en 2014, fue destruida hoy con explosivos, informó el Ejército de Irak.
La autoría de la destrucción del santuario y su icónico minarete la noche de este miércoles aún es imprecisa, ya que las fuerzas iraquíes acusaron a los yihadistas de haber colocado explosivos en el interior del recinto, pero éstos señalaron a la aviación estadounidense como responsable.
La demolición se registró en momentos en que Mosul es escenario de una ofensiva militar contra los combatientes islamistas, la cual comenzó en octubre del año pasado con el objetivo de “limpiar” a esa ciudad, considerada el último bastión urbano de los yihadistas en Irak.
A principios de esta semana, las fuerzas iraquíes -con el respaldo de la coalición aérea liderada por Estados Unidos- iniciaron operaciones en el casco antiguo de Mosul, donde se esconden los últimos combatientes del EI con un estimado de 100 mil civiles, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El comando del Ejército iraquí informó en un comunicado que sus tropas avanzaban hacia objetivos islamistas en lo profundo de la ciudad vieja esta noche y que cuando llegaron a menos de 50 metros del santuario, “el EI cometió otro crimen histórico, voló la mezquita al-Nuri”.
Sin embargo, en una declaración difundida a través de su página web Amaq, los yihadistas afirmaron que un ataque aéreo de Estados Unidos destruyó ese recinto.
La Gran Mezquita al-Nuri es donde al-Baghdadi hizo una rara aparición en junio de 2014 y dio un discurso mientras estaba de pie en un púlpito para anunciar la creación de un “califato”.
Soldados iraquíes, combatientes peshmerga kurdos, miembros de tribus sunnitas y milicianos chiitas luchan para volver a tomar Mosul desde hace ocho meses, periodo en el cual más de 850 mil personas se han desplazado para huir de la violencia.
En enero pasado, el gobierno de Irak anunció la “liberación” de Mosul, pero el oeste de la ciudad ha presentado un reto más difícil debido a sus estrechas y sinuosas calles.
La mezquita, incluyendo su distintivo minarete inclinado, había permanecido durante cientos de años.
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