Casi la mitad de los mexicanos no puede pagar una dieta saludable

En México, los hábitos alimenticios desempeñan un papel crucial, no solo en la calidad de vida, también en la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión; sin embargo, enfrentamos retos significativos, desde altos índices de desnutrición hasta un preocupante aumento en las tasas de obesidad y enfermedades relacionadas.

En el marco del Día del Nutriólogo, 27 de enero, establecido en 1974 por la Asociación Mexicana de Nutriólogos, esta fecha subraya la importancia de una guía profesional en el diseño de estrategias nutricionales que mejoren la salud de la población y remarca su labor como aspecto clave para que la sociedad se alimente adecuadamente. 

Hambre, ligada a la pobreza

En México, la desnutrición afecta especialmente a los sectores más vulnerables de la sociedad, quienes no solo luchan contra la pobreza, también con la falta de alimento, pues de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2022, el 23.5 por ciento de la población mexicana sufría inseguridad alimentaria moderada o severa.

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indicó que el 44 por ciento de la población mexicana no puede costear una dieta saludable; además, el desconocimiento sobre la importancia de una alimentación balanceada perpetúa patrones dietéticos inadecuados en muchas familias.

La situación es más crítica en comunidades rurales y pueblos indígenas, donde el acceso a alimentos nutritivos es limitado; entre las entidades más afectadas están Chiapas, Guerrero y Oaxaca, que son estados con altos niveles de pobreza, donde la prevalencia de desnutrición crónica alcanza en niveles alarmantes, superando el 20 por ciento en algunas regiones.

Este fenómeno impacta de manera desproporcionada a niños menores de cinco años, pues se estima que un 12.6 por ciento de los infantes han presentado retraso en el crecimiento, según el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), lo que detalla la necesidad de trabajar por los mexicanos que serán responsables del mañana. 

Consecuencias económicas y de salud para México

La diabetes tipo dos es una de las principales amenazas para la salud pública en México, pues según la Federación Internacional de Diabetes (FID), en 2021, aproximadamente 14 millones de mexicanos vivían con esta enfermedad, lo que representa el 12.4 por ciento de la población adulta, y se estima que cerca del 30 por ciento de los casos no están diagnosticados.

Además, los costos asociados a la diabetes son enormes, tanto en términos humanos como económicos, pues datos de la Secretaría de Salud, indican que México destina alrededor de 85 mil millones de pesos anuales al tratamiento de enfermedades relacionadas con la obesidad y la diabetes, lo que resulta muy alarmante. 

Entre los factores que contribuyen a ese problema está la dieta mexicana, pues es rica en carbohidratos refinados, grasas saturadas y azúcares; un ejemplo claro es el consumo de bebidas azucaradas, ya que México ocupa el primer lugar mundial en consumo per cápita de refrescos, con un promedio de 163 litros al año, según la Alianza por la Salud Alimentaria.

En los últimos años, el gobierno mexicano ha implementado diversas iniciativas para combatir la desnutrición y la diabetes; entre ellas destaca el etiquetado frontal de advertencia en alimentos y bebidas, introducido en 2020, que informa a los consumidores sobre productos altos en azúcares, calorías y grasas, pero aún no es suficiente.

La lucha contra la desnutrición requiere la participación activa de todos los sectores de la sociedad, no solo del gobierno o de la iniciativa privada, también de las personas, pues es fundamental que los individuos adopten hábitos alimenticios saludables, como reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y aumentar la ingesta de frutas y verduras.

Comunidades y grupos pueden organizar talleres y actividades relacionadas con la nutrición, aprovechando fechas como el Día del Nutriólogo para sensibilizar sobre la importancia de una buena alimentación. Por último, el gobierno actual debe fortalecer las políticas públicas y asegurar su implementación efectiva, para mejorar no solo la nutrición sino para también erradicar la pobreza y marginación

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