En el mundo, hasta un 73 por ciento, o bien siete de cada 10 personas, viven violencia digital, explicó Claudia Jaen Cortés, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y detalló que la violencia digital entre parejas no tiene límites de espacio y tiempo, y puede ser sumamente extrema y constante.
Jaen Cortés destacó que a diferencia de la violencia cara a cara, la violencia digital se puede cometer de manera pública y privada, en cualquier plataforma virtual, y puede constar de amenazas, omisiones, acoso y abuso, con la intención de controlar, deteriorar y dañar a la pareja o expareja por medio de recursos electrónicos.
Insultos, humillación, difusión de información personal, robo de identidad, vigilancia, pornografía no consentida, sextorsión, ciberviolencia financiera, acoso cibernético e invasión a la privacidad son los recursos que se utilizan por parte de los agresores, quienes empiezan a controlar todos los aspectos de la vida de sus parejas.
La violencia digital en parejas “puede ocasionar un sinnúmero de emociones negativas, como enojo, tristeza o ira. Entre sus consecuencias más comunes se encuentra la depresión, ansiedad, aislamiento social, mala reputación, conductas sexuales de riesgo, incluso, síndrome de estrés postraumático”, compartió la especialista de la UNAM.
Cuando las víctimas viven violencia digital, suele bajar su productividad, viven rezago académico y deserción escolar, tienen problemas crónicos de salud como colitis o gastritis, pueden llegar a causarse autolesiones, tener relaciones interpersonales disfuncionales, problemas de salud mental y desarrollar ideas suicidas.
La experta señaló que para poder tener relaciones amorosas sanas, se deben “fortalecer las habilidades de comunicación, donde haya escucha reflexiva, asertiva y empática, usar estrategias de negociación, establecer límites y fomentar la equidad; poner en marcha prácticas de solución de problemas y efectuar un inventario de recursos”.
Finalmente, Claudia Jaen Cortés recomendó que las personas que viven una situación de violencia en pareja deben “pensar de manera activa con respecto al futuro, tener un plan de vida, concentrarse en las metas y tener presente que no podemos depender de nuestra pareja”, y establecer relaciones basadas en equidad e intimidad.
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