Salud mental en deportistas está expuesta tras tragedia en la NFL

En los últimos días, la NFL se ha visto sacudida por una noticia que ha generado impacto y profundo luto, el fallecimiento del jugador de los Dallas Cowboys, Marshawn Kneeland, de apenas 24 años.

De acuerdo con los primeros reportes policiales en Frisco, Texas, los oficiales recibieron un aviso sobre el estado emocional del jugador y posteriormente intentaron localizarlo. Horas después, Kneeland fue encontrado sin vida, y las autoridades han señalado que las circunstancias apuntan a un acto deliberado.

La tragedia ha reavivado el debate sobre la salud mental en el deporte profesional. Tras confirmarse la noticia, la Asociación de Jugadores de la NFL (NFLPA) emitió un comunicado dirigido a todos los jugadores de la liga, instando a buscar apoyo y hablar abiertamente sobre cualquier situación emocional difícil. El mensaje enfatizó que ningún atleta debe enfrentar solo sus pensamientos o emociones, y recordó que existen recursos confidenciales disponibles para atender crisis emocionales o signos de depresión.

La muerte de Kneeland ha dejado una profunda reflexión en el entorno del fútbol americano y del deporte profesional en general. Detrás del desempeño en la cancha, de los reflectores y de la presión por alcanzar resultados, los atletas también enfrentan cargas emocionales que con frecuencia permanecen ocultas. Diversas investigaciones en psicología del deporte señalan que la depresión en los deportistas es un fenómeno multifactorial: puede estar relacionada con la presión constante por rendir al máximo, el miedo a sufrir lesiones, la incertidumbre sobre el futuro, crisis de identidad y, en muchos casos, los procesos de transición dentro de su carrera, como los cambios de equipo o el retiro de la actividad profesional.

La psicóloga deportiva María Cabrera Bolufer, en un análisis publicado por National Geographic, explica que, aunque el deporte es uno de los mayores aliados de la salud mental, este efecto positivo no siempre alcanza a los atletas de alto rendimiento. 

En ese nivel, señala Cabrera, la exigencia es constante, puesto que los deportistas deben adaptarse de manera permanente a cambios de entorno, enfrentar la presión por obtener resultados y lidiar con la adversidad como parte cotidiana de su profesión. Sin los recursos psicológicos suficientes o un acompañamiento adecuado, esa exigencia sostenida puede transformarse en agotamiento emocional, ansiedad o depresión.

Además, el estigma sigue siendo una de las barreras más fuertes en el acceso a la salud mental dentro del deporte profesional. Cabrera señala que, durante años, la salud emocional fue interpretada como un signo de fragilidad, una idea profundamente arraigada en la cultura deportiva. Esa percepción provoca que muchos atletas oculten síntomas de ansiedad, depresión o agotamiento por miedo a perder oportunidades profesionales, ser relegados del equipo o, simplemente, ser juzgados como “débiles”.

Esta narrativa dificulta la detección temprana de problemas psicológicos y genera un obstáculo importante para solicitar ayuda especializada.

Sin embargo, episodios recientes han comenzado a cambiar la conversación. Uno de los más emblemáticos es el de la gimnasta estadounidense Simone Biles, quien decidió retirarse de varias pruebas durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 para priorizar su salud mental. Su decisión, tomada en el escenario deportivo más exigente del planeta, marcó un antes y un después en el tratamiento de estos temas dentro del alto rendimiento.

Biles explicó que estaba atravesando un severo bloqueo mental conocido como twisties, una desconexión entre mente y cuerpo que puede provocar graves accidentes. Lejos de interpretarse como un acto de debilidad, su decisión abrió un debate global sobre los límites de la exigencia y el derecho de los atletas a cuidarse. En lugar de ser recordada sólo por sus medallas, Biles se convirtió en referencia mundial de autocuidado, valentía y liderazgo emocional.

Su caso inspiró a más deportistas de élite a hablar públicamente de lo que antes era un tabú. Futbolistas, basquetbolistas y atletas olímpicos comenzaron a reconocer que la salud mental es tan importante como cualquier lesión física, y que pedir ayuda es un acto de fortaleza, no de fragilidad.

La salud mental no es un tema secundario ni opcional. Es una parte fundamental del bienestar humano y debe ser atendida con la misma importancia que cualquier otra dimensión de la salud. Reconocer nuestras emociones, pedir ayuda y hablar abiertamente de lo que sentimos no es señal de debilidad, sino un acto de valentía y autocuidado.

Si tú o alguien cercano está pasando por una situación emocional difícil, recuerda que no estás solo. En México existe la Línea de la Vida, donde profesionales pueden brindarte apoyo y orientación las 24 horas del día.

Línea de la Vida: 800 911 2000

Buscar ayuda es un paso hacia adelante. Tu salud mental importa. Tu vida importa.

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