Niños frente a las pantallas

Cada 13 de diciembre, el mundo conmemora el Día Internacional de la Radio y la Televisión a favor de la Infancia, una fecha que invita a mirar con profundidad y responsabilidad la manera en que estos medios moldean las percepciones, los valores y hasta los sueños de millones de niños. Lejos de ser simples canales de entretenimiento, la radio y la televisión—junto con sus extensiones digitales—son estructuras educativas no formales que influyen directamente en la construcción del carácter.

La comunicación no es neutral. Está llamada a servir a la verdad, a la dignidad humana y al bien común. En el caso de la infancia, esta responsabilidad se multiplica. San Juan Pablo II lo expresó claramente en su Mensaje para las Comunicaciones Sociales de 2004: “La infancia merece una comunicación que edifique, que forme y que nunca destruya su inocencia.”

Hoy, frente a una industria mediática hiperacelerada, saturada de estímulos y atravesada por modelos comerciales, la pregunta es inevitable: ¿están los medios cumpliendo su misión con los niños?

Los medios como arquitectos invisibles de la infancia

La UNESCO ha documentado desde 1996 que la radio y la televisión son “agentes culturales de primera línea” en la vida de los niños, influenciando su visión del mundo incluso antes de que desarrollen pensamiento crítico. En México, según el INEGI (2023), los menores entre 6 y 12 años pasan en promedio 2.5 horas diarias frente a la televisión, y cerca de 4 horas adicionales frente a pantallas digitales.

Estos datos revelan un hecho contundente: los medios están educando tanto como las escuelas y las familias.

Los contenidos infantiles de calidad pueden tener efectos positivos comprobados. Un estudio de la American Academy of Pediatrics (2021) concluyó que programas con valores prosociales reducen comportamientos agresivos y aumentan la cooperación. Series clásicas como Plaza Sésamo han demostrado mejorar capacidades cognitivas, lingüísticas y socioemocionales. Pero la realidad no siempre luce tan luminosa.

Una mirada cristiana: la dignidad de cada niño como brújula

Toda comunicación debe estar al servicio del ser humano, especialmente de los más vulnerables. Y no hay grupo más vulnerable que la infancia.

El Concilio Vaticano II, en Inter Mirifica, afirma que los medios deben promover “la recta educación de la juventud”, entendida como formación integral: moral, intelectual, espiritual y afectiva. Esto implica que el contenido mediático no solo entretiene: forma conciencias.

Desde esta perspectiva cristiana:

  • Un programa que normaliza el bullying contradice la dignidad humana.
  • Una caricatura que erotiza personajes viola la inocencia infantil.
  • Un noticiero que expone violencia sin mediación pedagógica genera miedo y desensibilización.
  • Un contenido que promueve solidaridad, empatía, creatividad y servicio contribuye al bien común.

Como dijo el Papa Francisco en Christus Vivit, refiriéndose a los jóvenes: “La comunicación tiene que ser un puente, no un muro.” Esta frase es aplicable plenamente a los niños: los medios deben acercarlos a lo mejor de la humanidad, no a sus fracturas.

Desafíos actuales: entre la saturación y la indiferencia

Hoy los niños viven expuestos a una mezcla explosiva:

  • Hipersexualización temprana en contenidos de entretenimiento.
  • Violencia normalizada en caricaturas, videojuegos y series.
  • Publicidad agresiva que asocia el valor personal con el consumo.
  • Influencers sin regulación que reproducen estereotipos y discursos dañinos.
  • Desinformación, que circula tan rápido que supera la capacidad crítica del adulto promedio.

La UNICEF (2023) ha advertido que el riesgo de exposición a violencia digital en menores de 10 años creció 36% desde la pandemia.

Y también están los efectos emocionales. Mariana, madre de un niño de 9 años en Iztacalco, relata:
“Mi hijo veía videos de retos que parecían inocentes, pero empezó a tener pesadillas. Hasta que los revisé me di cuenta de que muchos eran agresivos o humillantes.” Estos testimonios demuestran una realidad: no todos los contenidos dañinos parecen dañinos a primera vista. Y por eso la vigilancia ética es indispensable.

La responsabilidad ética y legal de los medios

México cuenta con leyes que protegen a los menores frente a contenidos nocivos, particularmente:

  • Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes
  • Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión
  • Código de Autorregulación de Contenidos Audiovisuales (2015)

Pero la aplicación es insuficiente. Organizaciones como A Favor de lo Mejor han documentado que la clasificación de contenidos no siempre corresponde a su contenido real, y que persisten vacíos que permiten mensajes violentos o inapropiados en horarios infantiles.

No todo lo que es lícito es necesariamente moral. La industria necesita, urgentemente:

  • Redactorías especializadas en contenido infantil.
  • Supervisión ética independiente.
  • Métricas de impacto social, no solo de rating.
  • Participación de pedagogos, psicólogos y familias en los consejos editoriales.

La Iglesia y la sociedad civil: acompañar, formar y transformar

La Iglesia Católica tiene una larga tradición de reflexión sobre comunicación. Desde Inter Mirifica hasta los mensajes anuales del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el llamado es consistente: usar los medios para educar en humanidad. Existen esfuerzos valiosos:

  • Escuelas que enseñan alfabetización mediática desde primaria.
  • Pastorales que forman criterios para consumo responsable de medios.
  • Campañas de organizaciones civiles en defensa de la infancia.
  • Radios católicas y comunitarias que producen contenido seguro y formativo.

El psicopedagogo y comunicador mexicano Gabriel Sosa Plata resume esta misión así: “El medio de comunicación que no cuida a la infancia, destruye su propia razón de ser.”

Caminos de esperanza: construir medios con rostro humano

A pesar de los desafíos, hay señales de esperanza:

  • Productores independientes que crean caricaturas con valores positivos.
  • Radios comunitarias que enseñan habilidades socioemocionales.
  • Televisoras públicas que difunden contenidos culturales y educativos.
  • Familias más conscientes que acompañan a sus hijos en la exposición mediática.
  • Jóvenes creadores que defienden el contenido responsable en redes.

Si los niños aprenden de lo que ven, entonces mostremos lo mejor de nosotros”, comenta Paola, estudiante de comunicación social en Guanajuato que organiza clubes de análisis de medios para niños en su colonia. Esta voz joven refleja un mensaje poderoso: La educación mediática no es un lujo: es un acto de amor y de justicia.

El Día Internacional de la Radio y la Televisión a favor de la Infancia no es un recordatorio ceremonial: es un llamado urgente. Los medios deben dejar de verse como negocios neutrales y reconocerse como constructores de humanidad.

La  comunicación es auténtica cuando promueve la verdad, la justicia, la dignidad humana y la paz. Y si estos valores deben aplicarse a todos, con mayor razón a los niños, cuya fragilidad exige protección, guía y amor.

Solo una alianza entre medios, familias, educadores, gobierno, Iglesia y sociedad civil podrá garantizar que la infancia reciba lo que merece: un entorno seguro, formativo y lleno de luz. Porque de los mensajes que hoy escuchan nuestros niños dependerá en gran medida el país que mañana construiremos.

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