La esclavitud que sigue

Cada 23 de agosto, el mundo alza la mirada hacia una herida abierta: la memoria del comercio transatlántico de esclavos y su abolición. Este día, declarado por la UNESCO en 1998, evoca el levantamiento iniciado durante la noche del 22 al 23 de agosto de 1791 en la colonia francesa de Saint-Domingue (hoy Haití), que desencadenó la única revolución de esclavos exitosa en la historia, marcando el inicio de la abolición del comercio de personas.

Para la humanidad, esta conmemoración encarna valores fundamentales: dignidad humana, justicia, memoria histórica y la solidaridad con los más vulnerables. Para México y los jóvenes, es una oportunidad para interrogar nuestro pasado y actuar contra las injusticias actuales impulsando el respeto, promoción de la libertad y la equidad.

Contexto histórico

El comercio transatlántico de esclavos, desde el siglo XV hasta el XIX, fue una tragedia que despojó vidas, identidades y culturas. Se estima que unos 12 millones de africanos fueron enviados al Nuevo Mundo, de los cuales aproximadamente 1.8 millones murieron durante la travesía marítima (Middle Passage). Patrick Manning calcula que alrededor de 4 millones murieron en África antes incluso de partir, debido a capturas forzadas y marchas letales 

Haití se convirtió en símbolo de resistencia: su revolución (1791–1804), liderada por Toussaint Louverture y otros insurgentes, inspiró movimientos abolicionistas en Europa y América. El 23 de agosto representa así un alzamiento que alteró el curso de la humanidad.

El legado del comercio de esclavos

Las consecuencias sociales fueron profundas: se arrancaron personas de sus raíces, despojándolas de derecho, cultura y dignidad. El impacto económico y cultural persiste: la diáspora africana debajo de siglos de desigualdad estructural. En términos humanos, no se trata solo de cifras, sino de dolor milenario convertido en resistencia y supervivencia.

En Liverpool, por ejemplo, se recuerda que unos 1.5 millones de africanos fueron embarcados en condiciones inhumanas entre 1700 y 1807. El International Slavery Museum abrió sus puertas el 23 de agosto de 2007 como homenaje, y continuará el legado de educación y memoria pese a su cierre temporal para renovación. 

La lucha por la abolición

Las voces abolicionistas fueron diversas: desde la revolución haitiana hasta sociedades como los “Friends of the Blacks” en Francia, abogando por la dignidad de las personas esclavizadas. A nivel global, instrumentos como el proyecto “La Ruta de los Esclavizados” de la UNESCO promueven el diálogo intercultural, la reflexión histórica y el compromiso juvenil.

La esclavitud moderna

Lamentablemente, la esclavitud no es solo historia. Hoy, al menos 50 millones de personas viven en condiciones de esclavitud moderna (28 millones en trabajos forzados y 22 millones en matrimonios forzados). La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que 27.6 millones están en trabajos forzados 

Los beneficios ilícitos ascienden a 236 mil millones de dólares anuales, impulsados especialmente por la explotación sexual, que representa el 73 % de esas ganancias. En el Reino Unido, en 2024 se registraron 19,125 víctimas potenciales, aunque el número real podría alcanzar 130,000 personas, incluyendo un 31 % de niños

Una investigación reciente indica que las víctimas de trata podrían ser 30 % más numerosas que lo estimado y que la explotación sexual representa 56 % de los casos, con un 64 % de víctimas mujeres 

Además, el informe de la UNODC de 2024 señala un incremento del 25 % en víctimas detectadas de trata, y destaca que pobreza, conflictos y cambio climático son factores que aumentan la vulnerabilidad de mujeres y niños.

La relevancia del día today

El 23 de agosto no es una efeméride al pasado: es un llamado a actuar. Honrar la memoria nos impulsa a enfrentar la esclavitud contemporánea. La Doctrina Social de la Iglesia nos recuerda que la dignidad humana es inviolable, y que la solidaridad con los oprimidos exige compromiso activo.

Para los jóvenes mexicanos, este día es una herramienta educativa, una oportunidad para reconocer nuestras raíces, valorar la igualdad y contribuir a sociedades justas y sin explotación.

Cómo contribuir

  • Educar sobre la historia: incorporar el 23 de agosto en escuelas, universidades y redes, utilizando testimonios como el de Liverpool y los datos actuales.
  • Apoyar organizaciones que combaten la trata: desde iniciativas internacionales (OIT, ONU, UNODC) hasta ONG locales que protegen víctimas de explotación y matrimonial forzado.
  • Promover políticas públicas conscientes: inspiradas en la Doctrina Social de la Iglesia, priorizando la protección de la persona, el trabajo digno, la igualdad de género y el combate a la pobreza.
  • Fomentar activismo digital y comunitario: generar conciencia en Millennials y Centennials sobre la esclavitud moderna, sus formas y cómo denunciarla.

Rememorar el levantamiento haitiano del 23 de agosto de 1791 no es solo recordar: es renovar nuestra responsabilidad. En la memoria de las víctimas se encuentra una luz que nos guía hacia un mundo sin opresión, donde la dignidad y la equidad no sean aspiraciones, sino realidad.

La esclavitud, tanto histórica como contemporánea, es violación de los derechos humanos. Pero la memoria histórica y los valores cristianos —dignidad, solidaridad, justicia, legalidad— nos convocan a actuar: reconocer, educar, denunciar y transformar.

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