El corrupto que nos tiene donde estamos: EPN

Enrique Peña Nieto, expresidente de México entre 2012 y 2018, es uno de los personajes más controvertidos de la política contemporánea mexicana. Militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), su figura ha oscilado entre la admiración de algunos por sus reformas estructurales y el rechazo social derivado de una serie de escándalos de corrupción, irregularidades y cuestionadas declaraciones públicas.

En un contexto donde la confianza en los políticos ha caído a niveles históricos, analizar la trayectoria, las palabras y los hechos de Peña Nieto no solo es importante para entender un periodo clave de la historia reciente de México, sino también para reflexionar sobre la necesidad de transparencia y ética en la vida pública.

Breve historia de Peña Nieto: ascenso y caída

Enrique Peña Nieto inició su carrera política en el Estado de México, donde se desempeñó como gobernador de 2005 a 2011. Su ascenso meteórico al interior del PRI lo catapultó a la candidatura presidencial en 2012, en un regreso del tricolor al poder tras dos sexenios de gobiernos panistas.

Su campaña, cuidadosamente construida con un enfoque mediático y carismático, fue respaldada por Televisa y otros medios, lo que le valió críticas por la supuesta “fabricación” de su imagen. Ganó las elecciones con el 38.21% de los votos.

Durante su mandato, impulsó una serie de reformas estructurales en energía, educación, telecomunicaciones y fiscalidad. Entre sus logros destacados se encuentra la apertura del sector energético a la inversión privada, lo que se presentó como una palanca para el crecimiento económico.

Sin embargo, estos logros quedaron opacados por una serie de escándalos y crisis:

  • La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014, un caso que sacudió la conciencia nacional e internacional, y del cual su administración fue acusada de encubrimiento.
  • La “Casa Blanca” de su esposa Angélica Rivera, una mansión de 86 millones de pesos ligada a un contratista gubernamental, revelada por la periodista Carmen Aristegui en 2014.
  • Numerosos señalamientos de corrupción dentro de su partido, como los casos de Javier Duarte (Veracruz), César Duarte (Chihuahua) y Roberto Borge (Quintana Roo), todos gobernadores priistas acusados de desvíos multimillonarios.

Declaraciones públicas: entre polémicas y desconexión

Peña Nieto se volvió famoso no solo por sus políticas, sino por una serie de declaraciones públicas que alimentaron la percepción de un mandatario distante, desconectado o incluso desinformado.

Entre las más recordadas:

  • En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2011, cuando al ser cuestionado sobre sus libros favoritos, no pudo citar correctamente el título de La silla del águila de Carlos Fuentes y mencionó la Biblia como su principal referencia.
  • En 2016, durante una visita oficial a Canadá, confundió la capital del país al referirse a “Ottawa” como si fuera Toronto.
  • Su frase “No somos magos” cuando se le pedían resultados concretos frente a la inseguridad y la pobreza.

Estas declaraciones, amplificadas por los medios y redes sociales, fueron interpretadas por muchos como signos de superficialidad o falta de preparación, mermando la confianza ciudadana en su figura.

Como explica la politóloga Denise Dresser:
“Peña Nieto fue el presidente de la era de la imagen. Pero cuando la imagen se quebró, quedó expuesto un gobierno carente de sustancia y de empatía con los ciudadanos.”

¿Tiene cola que le pisen? Escándalos y opacidad

Además de la “Casa Blanca”, su sexenio se caracterizó por la asignación irregular de contratos públicos y la proliferación de redes de corrupción ligadas al poder.

El caso de Odebrecht, que tocó a varios países de América Latina, salpicó también a su administración. Emilio Lozoya, exdirector de PEMEX y estrecho colaborador de Peña, enfrenta procesos judiciales por sobornos de la constructora brasileña y ha declarado que parte de esos recursos fueron utilizados para financiar la campaña presidencial de 2012.

Asimismo, el reportaje de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) reveló que durante su gobierno se utilizaron empresas fantasma para desviar miles de millones de pesos en diferentes estados.

Hoy, a pesar de múltiples denuncias, Peña Nieto no enfrenta cargos formales en México. Reside en España, donde ha mantenido un perfil bajo, aunque su figura sigue polarizando la opinión pública.

Para María Amparo Casar, presidenta de Mexicanos Contra la Corrupción,
“La impunidad de personajes como Peña Nieto envía un mensaje devastador: que en México la corrupción se castiga solo cuando es políticamente conveniente.”

¿Mentiras o errores de comunicación?

A lo largo de su sexenio, Peña Nieto fue señalado de distorsionar la realidad en discursos oficiales o de minimizar problemáticas clave, como la violencia o la pobreza.

Expertos en comunicación política, como Antonio Sola, quien asesoró campañas presidenciales en América Latina, sostienen que parte de sus deslices no fueron solo errores, sino una estrategia para mantener una narrativa positiva a pesar de los hechos adversos.

Sin embargo, otros como Carlos Bravo Regidor, académico del CIDE, creen que
“La banalización de las declaraciones de Peña Nieto no fue estratégica sino reflejo de un liderazgo frágil y superficial.”

Esta diferencia entre la mentira intencionada y la incapacidad comunicativa es crucial para entender su legado.

La percepción social y política: un presidente olvidado

Hoy, el expresidente Peña Nieto genera sentimientos encontrados en la sociedad mexicana. Para algunos sectores, especialmente los beneficiados por las reformas, representa un liderazgo modernizador. Para la mayoría, sin embargo, su nombre es sinónimo de corrupción, frivolidad e insensibilidad.

Según una encuesta de Parametría de 2023, el 62% de los mexicanos aún tiene una opinión negativa de su mandato, mientras que apenas un 15% lo recuerda positivamente.

Los medios de comunicación también han sido duros en sus balances. Un editorial de Reforma lo calificó como “el sexenio de la oportunidad perdida”, mientras que The New York Times destacó en su momento el fracaso de su gobierno para controlar la violencia y la impunidad.

Reflexión final: palabras, hechos y el juicio de la historia

La historia de Enrique Peña Nieto ejemplifica una realidad dolorosa en la política mexicana: las palabras pueden ser suaves, los discursos optimistas, pero son las acciones —y sus consecuencias— las que definen un legado.

Hoy, mientras México sigue luchando contra la corrupción, la desigualdad y la violencia, el caso Peña Nieto nos recuerda que la transparencia, la verdad y la rendición de cuentas no son solo aspiraciones democráticas, sino deberes éticos indispensables.

En un mundo hiperconectado, donde los ciudadanos jóvenes demandan autenticidad y honestidad, es urgente que la política mexicana evolucione hacia un ejercicio público más ético, humano y responsable.

Como ha fraseado en diversas formas Denise Dresser, en la era digital, las mentiras de los poderosos pueden ser eternas. Pero también la memoria colectiva de quienes no están dispuestos a callar.

 

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