SIN AGUA Y SIN LUZ, amenaza para México 2026

Si hubiese que elegir dos factores que determinan el futuro de México en 2026, todos los análisis coinciden: energía y agua. Sin electricidad suficiente y sin agua segura, no hay industria, no hay empleo, no hay agricultura, no hay ciudades funcionales.

El Mexico Country Outlook 2026 del Baker Institute lo plantea con claridad: México enfrenta un riesgo estructural porque no ha invertido lo necesario ni en su red eléctrica ni en su infraestructura hídrica, y las decisiones políticas han agravado estos problemas. A esto se suma la preferencia oficial por Pemex y CFE, que ha:

  • bloqueado inversión privada,
  • frenado energías limpias,
  • saturado la red eléctrica,
  • detenido proyectos renovables,
  • puesto en jaque el nearshoring,
  • y exacerbado la crisis climática y de sequía.

Pero más allá del diagnóstico técnico, la realidad es cotidiana y dolorosa. Así lo explica Daniela Sánchez, dueña de una pequeña fábrica de plásticos en Querétaro: “Mi empresa ha tenido tres apagones en un mes. Perdí producción y clientes. Nadie responde. Sin luz estable, ¿cómo quieres competir con China o Estados Unidos?” La energía y el agua no son temas del futuro: son la urgencia del presente.

La crisis eléctrica: una red envejecida y sin inversión

Según la SENER y la CRE, la demanda eléctrica nacional crece entre 3% y 4% anual, impulsada por:

  • industria automotriz,
  • centros logísticos,
  • manufactura avanzada,
  • urbanización,
  • digitalización.

Pero la capacidad de generación y transmisión no crece al mismo ritmo. ¿Por qué? Porque entre 2019 y 2025:

  • se frenaron las inversiones privadas en energía;
  • se detuvieron permisos de renovables;
  • se cancelaron subastas eléctricas;
  • se priorizaron plantas de CFE aunque fueran menos eficientes;
  • se eliminó certidumbre regulatoria.

El resultado es claro: la red está saturada. El Baker Institute advierte que esta saturación podría impedir a México aprovechar el nearshoring, porque muchas empresas necesitan energía estable, barata y limpia.

México importa más del 70% del gas natural de Texas, según datos de la EIA de Estados Unidos. Esto implica:

  • vulnerabilidad ante heladas en Texas (como la de 2021);
  • riesgo ante decisiones geopolíticas;
  • dependencia tecnológica;
  • precios volátiles.

CFE depende del gas texano para operar plantas de ciclo combinado. Si Texas corta o limita flujo —algo que ya pasó—, México enfrenta apagones masivos.

El Baker Institute subraya que si México incumpliera en la entrega de agua pactada, este  incumplimiento sería un detonante político en plena renegociación del T-MEC. El investigador Travis Madsen, de la Universidad de Texas, afirma: “El agua será tan polémica como los aranceles. México no puede permitir un incumplimiento sin consecuencias.”

El agua se está acabando en las ciudades

  • Monterrey estuvo al borde del colapso hídrico en 2022.
  • Chihuahua enfrenta estrés severo.
  • Querétaro, La Laguna y la CDMX podrían tener cortes intensificados en 2026.
  • En el Valle de México, el Sistema Cutzamala opera por debajo del 40% de su capacidad.

La agricultora Rosa Elena Porras, en Chihuahua, relata: “Ya no es siembra o cosecha. Es sobrevivir. El agua no alcanza. Y cuando llega, llega sucia. Los gobiernos prometen, pero no hacen.”

Pemex y CFE: las empresas que frenan la transición energética

El modelo energético mexicano privilegia a Pemex y CFE. Pero mientras México protege a sus empresas estatales, el resto del mundo acelera:

  • energía solar;
  • parques eólicos;
  • baterías;
  • hidrógeno verde;
  • eficiencia energética;
  • redes inteligentes.

Pemex requiere rescates anuales multimillonarios. Su deuda supera los 110 mil millones de dólares. Opera refinerías obsoletas y con pérdidas. México invierte en refinerías mientras el mundo produce energías limpias.

CFE ha logrado mantener control del sector, pero:

  • tiene plantas viejas,
  • quema combustóleo y carbón,
  • bloquea renovables,
  • impide competencia,
  • limita generación privada eficiente.

El resultado: energía más cara y más sucia. Un estudio de la Asociación Mexicana de Energía Solar (ASOLMEX) detalla que México podría duplicar su energía solar en dos años si se liberaran permisos… pero los permisos están detenidos.

Impacto directo en el nearshoring

Empresas como Tesla, KIA, Dyson, Siemens, Ternium, Bosch, han expresado públicamente preocupación por la falta de energía y agua. El director de una firma de semiconductores (que pidió anonimato) declaró: “Solo necesitamos tres cosas: energía, agua y seguridad jurídica. México falla en dos de ellas.”

La inversión extranjera no se detiene por ideología. Se detiene por falta de infraestructura.

El impacto social: familias enteras viviendo con cortes y escasez

Mientras los analistas hablan de nearshoring, las familias viven lo siguiente:

  • cortes de agua,
  • agua contaminada,
  • apagones constantes,
  • bombas que no suben agua por falta de electricidad,
  • recibos más caros sin mejora del servicio.

En colonias de Ecatepec, Monterrey y Hermosillo, las familias hacen filas para recibir agua de pipas.
La señora Maribel Vázquez, madre de tres hijos, lo resume: “Nos dijeron que no era crisis, pero llevamos meses sin agua continuo. ¿Cómo viven sin agua los que toman decisiones?”

Cuidado de la creación y justicia intergeneracional

El agua y la energía son bienes comunes. No son propiedad del Estado, de empresas ni de grupos políticos. Son recursos que deben administrarse con:

  • justicia,
  • responsabilidad,
  • visión de largo plazo,
  • cuidado de la creación,
  • dignidad humana.

Las decisiones actuales afectan a futuras generaciones Un país que destruye su medio ambiente o agota sus recursos, traiciona el principio de responsabilidad intergeneracional.

El bien común exige infraestructura, no ideología. Los pobres son quienes más sufren la escasez de agua y energía. Un gobierno que deja de invertir en infraestructura básica abandona a su población más vulnerable.

Sin agua y sin energía, no hay futuro

México enfrenta un doble reto: una crisis energética que frena la industria, una crisis hídrica que pone en riesgo la vida cotidiana. Ambas son resultado de:

  • decisiones políticas equivocadas,
  • abandono de infraestructura,
  • priorización ideológica sobre evidencia,
  • falta de planeación,
  • saturación de la red,
  • cambio climático,
  • y falta de visión nacional.

Pero aún hay esperanza. México puede corregir si:

  • libera inversión privada;
  • impulsa energías renovables;
  • invierte en redes eléctricas;
  • moderniza sistemas de agua;
  • profesionaliza instituciones;
  • respeta el Estado de derecho;
  • escucha a expertos;
  • involucra a la ciudadanía.

La pregunta es si los líderes actuales estarán a la altura del momento… o si serán las futuras generaciones quienes paguen el costo más alto.

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