Mártir cristero, nuevo patrono de laicos mexicanos

El beato Anacleto González Flores, mártir de la Guerra Cristera, será el patrono de los laicos mexicanos, así lo aprobó la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.


Patrono laicos


A partir de este año, el tercer fin de semana de noviembre, en la fiesta de Cristo Rey del Universo, se conmemorará el Día del Laico bajo el patronato del beato Anacleto González Flores, informó el secretario general de la CEM, monseñor Alfonso Mirada Guardiola al dar a conocer el decreto que el 11 de julio emitió el prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cardenal Roberto Sarah.

Durante la celebración de la CIII Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, en abril de 2017, presidida por el cardenal José Francisco Robles Ortega, los obispos reunidos votaron por unanimidad para proponer que González Flores fuera nombrado patrono de los laicos mexicanos, solicitud que atendió y aceptó el Dicasterio.

En su mensaje monseñor Miranda Guardiola, encomendó a los creyentes a su protección y ayuda al nuevo patrono de los laicos, al tiempo pidió “que el ejemplo de su entregado amor a Dios nos recuerde que el camino de la santidad es un martirio vivificante que sólo es posible gracias a la fuerza de Dios”.

¿Quién fue Anacleto?

El 13 de julio de 1888 Anacleto González Flores vio su primera luz en un humilde hogar de Tepatitlán, Jalisco. Fue el segundo de 12 hermanos. Su padre, quien no era allegado a la Iglesia, era muy estricto y solía maltratarlo. Era de oficio rebocero lo que enseñó a su hijo quien con esta actividad ayudaba a la pobre manutención de su hogar.

Anacleto fue inscrito en la escuela municipal donde su educación no estuvo ligada a la instrucción cristiana, fue hasta que encontró en un basurero un libro deshojado de la vida de san Francisco de Asís que su interés hacia la religión lo despertó.

Siendo un ávido lector, actividad que no gustaba a sus padres porque le restaba tiempo para elaborar rebozos, llegó a sus manos el libro de Estudios filosóficos sobre el Cristianismo, de Augusto Nicolás, que fue una gran guía para él.

En el corral de su casa, comenzó a ofrecer “discursos” a las gallinas, y en una fiesta de la Independencia por primera vez lo hizo frente a un público; sorprendiendo a sus vecinos quienes no daban crédito a que él tuviera dotes de orador.

En 1908 ingresó al Seminario Auxiliar de San Juan de los Lagos en donde permaneció cinco años, tiempo en el que descubrió que su vocación no era la de ser sacerdote. En tiempo récord dominó el latín, por lo que sustituía a los profesores por lo que se ganó el mote de “el Maistro”.

En 1913 ingresó a la Escuela Católica de Leyes, y en 1922 se tituló como abogado, en ese mismo año contrajo matrimonio. Durante la persecución religiosa, Anacleto se opuso a la rebelión armada y siempre insistió en la defensa pacífica de la libertad de culto.

El 1 de abril de 1927, a la edad de 38 años, sin proceso ni sentencia fue condenado a muerte en el cuartel colorado de Guadalajara. Previamente fue torturado con azotes, colgado de los pulgares, descoyuntaron sus extremidades y le excoriaron las plantas de los pies.

El general de división Jesús María Ferreira estuvo a cargo de su tortura y ejecución. Antes de morir Anacleto le aseguró: lo “perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante el tribunal divino, el mismo juez que me va a juzgar, será su juez, entonces tendrá usted, en mí, un intercesor con Dios”.

El 20 de noviembre de 2005 fue asunto a los altares. El papa Benedicto XVI lo proclamó beato junto con otros mártires más que como él dieron testimonio de fe durante la persecución religiosa.

 

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