Una voz unánime por la paz
En el cierre de la duodécima y última congregación general antes del cónclave, 173 cardenales —130 de ellos electores— elevaron un llamado urgente: un alto al fuego permanente en los conflictos armados que azotan a Ucrania, Medio Oriente y otras regiones. El comunicado oficial no sólo denunció los ataques contra civiles, sino que invitó a todas las partes a negociar sin condiciones previas una paz justa y duradera. Esta exhortación se extendió también a todos los fieles, animándolos a intensificar sus oraciones por la reconciliación de los pueblos.
Un cierre con mirada al futuro
Como cada jornada, la congregación inició a las 9:00 con un momento de oración y concluyó a las 12:30. En esta sesión se registraron 26 intervenciones de cardenales que abordaron los principales desafíos que enfrenta hoy la Iglesia. No se prevén más reuniones antes del cónclave.
Uno de los temas centrales fue la necesidad de dar continuidad a las reformas del Papa Francisco, en especial en cinco áreas clave: lucha contra los abusos, transparencia económica, reorganización de la Curia, impulso a la sinodalidad y compromiso con el cuidado de la creación.
El perfil deseado: un Papa samaritano
Emergió con fuerza una visión clara sobre el tipo de liderazgo que necesita la Iglesia en este momento de la historia: un Papa pastor, maestro de humanidad, capaz de encarnar una Iglesia samaritana. En palabras de los cardenales, se necesita un guía cercano a las heridas del mundo, firme en la doctrina pero misericordioso en el trato, con capacidad para ofrecer esperanza en medio de la polarización y la guerra.
El tema de la comunión fue señalado como vocación esencial del nuevo pontífice, una comunión que sea fermento de unidad dentro de una Iglesia herida por tensiones internas y también reflejo de reconciliación para un mundo fragmentado.
Reformas y heridas abiertas
Algunas intervenciones versaron sobre el poder canónico del Papa, señalando tanto su dimensión teológica como pastoral. También se abordaron las divisiones intraeclesiales, que exigen una nueva forma de ejercer la autoridad: una que no se imponga, sino que convoque y escuche.
Se recordó la Jornada Mundial de los Pobres, próxima a la fiesta de Cristo Rey, como ocasión de reflexión sobre la verdadera realeza del Evangelio: el servicio a los últimos.
Otros puntos destacados incluyeron:
- Fortalecer los consistorios para hacerlos más significativos.
- Impulsar la formación cristiana permanente como acto misionero.
- Recordar a los mártires contemporáneos que sufren por su fe.
- Reafirmar el compromiso frente al cambio climático, considerado un reto global y pastoral.
También se discutió la posibilidad de revisar la fecha común de la Pascua a la luz del Concilio de Nicea y el diálogo ecuménico con las iglesias ortodoxas.
Ritos de cierre y disposiciones prácticas
La jornada incluyó la cancelación oficial del Anillo del Pescador y del Sello de Plomo, actos simbólicos que marcan el fin del pontificado anterior. Finalmente, se dieron instrucciones prácticas a los cardenales electores sobre el programa durante el cónclave que se iniciará el 7 de mayo.
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