Por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad enfrenta al mismo tiempo crisis migratorias récord, transformaciones demográficas sin precedentes, retrocesos en derechos humanos, tensiones en la salud pública global, una explosión de pobreza laboral y una revolución tecnológica que redefine quién queda dentro —y quién queda fuera— del desarrollo.
2025 marca un umbral: o los países reconfiguran sus sistemas sociales, o las fracturas seguirán profundizándose. Este reportaje analiza los hitos sociales más relevantes a nivel global, basados en datos oficiales, informes internacionales y testimonios ciudadanos recogidos en múltiples regiones del mundo.
El mayor desplazamiento humano desde 1945
Según ACNUR, más de 114 millones de personas están desplazadas por violencia, guerra, pobreza extrema o persecuciones políticas y religiosas. Es la cifra más alta de la historia.
Las principales rutas:
- Mediterráneo Central (Libia–Italia)
- Mediterráneo Oriental (Turquía–Grecia)
- Frontera México–Estados Unidos
- Corredores de África Subsahariana hacia el norte
La presión migratoria ya no es regional: es global. En 2024, una enfermera italiana, Giulia Rottari, describió lo que vio en el puerto de Lampedusa: “Algunos niños llegan sin nombre, sin país y sin nadie que reclame su cuerpo si no sobreviven. Lo que vemos aquí no es migración. Es el naufragio de la humanidad”.
El fenómeno no solo mueve personas: mueve percepciones, políticas públicas, narrativas de identidad e incluso modelos económicos. Los países receptores enfrentan tensiones crecientes entre compasión, seguridad nacional y capacidad real de absorción.
La respuesta está clara: dignidad humana primero, acompañada de soluciones subsidiarias, corresponsables y solidarias. Pero la distancia entre ese ideal y la política real nunca había sido tan grande.
La crisis global del costo de vida: una nueva pobreza laboral
El Banco Mundial reportó que desde 2020, más de 70 millones de personas regresaron a la pobreza extrema, revirtiendo una década de avances. La causa no es solo el desempleo: es la pobreza laboral, fenómeno en el cual las personas trabajan tiempo completo… y aun así no logran cubrir sus necesidades básicas.
El caso más emblemático es Reino Unido, donde los llamados working poor aumentaron un 22% desde 2018. Pero no es un fenómeno europeo:
- En EE. UU., el 44% de trabajadores gana menos de $20 USD la hora, insuficiente para vivir dignamente en varias ciudades.
- En América Latina, la CEPAL reporta que el 54% de los hogares urbanos vive en vulnerabilidad económica.
- En África, el 80% del empleo es informal y sin protección social.
La inflación alimentaria, consecuencia de guerras, sequías y cadenas de suministro inestables, golpea especialmente a mujeres y jóvenes. María, 27 años, trabajadora de supermercado en Madrid, resume esta angustia global: “Trabajo seis días a la semana, estudio de noche, y aun así no puedo pagar una habitación para mí sola. No entiendo para qué nos dijeron que estudiáramos tanto”.
El fenómeno plantea un dilema ético: ¿puede la economía global considerarse exitosa cuando millones trabajan… sin poder vivir?
Salud mental: la otra pandemia silenciosa
La OMS confirmó que los trastornos de ansiedad y depresión aumentaron más de 25% después de la pandemia. Los jóvenes son la población más afectada. Hitos clave:
- Crisis de soledad en Japón, Reino Unido y Corea del Sur.
- Epidemia de suicidios juveniles en EE. UU.
- Consumo récord de ansiolíticos en Europa.
- Falta de psiquiatras y psicólogos en América Latina y África.
- Aumento del burnout en trabajadores de salud y educación.
En 2024, la ONU declaró por primera vez que la salud mental es “un derecho humano urgente y no garantizado”.
Daniel (19 años), estudiante en São Paulo, lo expresó así: “Hay días en que no sé si estudio para tener futuro o solo para no sentir que me quedo atrás”. La salud mental es inseparable de la dignidad de la persona y del entorno comunitario que la sostiene. La evidencia muestra que las sociedades más cohesionadas tienen menos problemas de salud mental.
La revolución digital y la brecha que se abre: IA, desempleo y desigualdad
La inteligencia artificial —especialmente los modelos generativos, robótica avanzada y automatización— genera productividad inédita, pero también miedo.
El Foro Económico Mundial estimó que 85 millones de empleos tradicionales desaparecerán hacia 2025, mientras surgirán 97 millones nuevos. Sin embargo, la transición no es simétrica:
- Los empleos que nacen requieren habilidades digitales avanzadas.
- Los empleos que mueren son ocupados por personas sin acceso a formación tecnológica.
En otras palabras: la desigualdad ya no se mide solo en ingresos, sino en alfabetización digital. Países como Finlandia, Singapur y Canadá han lanzado programas masivos para capacitar a millones de ciudadanos. En contraste, regiones enteras de África y América Latina dependen de infraestructura obsoleta y sistemas educativos rezagados. El filósofo Byung-Chul Han lo advirtió: “La tecnología promete libertad, pero puede estar creando un nuevo tipo de servidumbre: la de quienes no saben cómo usarla”.
El avance y retroceso simultáneo de los derechos humanos
2025 muestra un mapa contradictorio:
- Avances en derechos de comunidades indígenas en Canadá, Nueva Zelanda y algunos países nórdicos.
- Regresiones severas en libertades civiles en Rusia, Irán, Nicaragua, Afganistán, Venezuela y China.
- Criminalización creciente de periodistas.
- Restricciones a libertades religiosas en India y el Sudeste Asiático.
La libertad religiosa, en particular, vive un momento complejo: más del 60% de la población mundial vive en países con restricciones severas o moderadas, según Pew Research. Un sacerdote católico en Nigeria, cuyo nombre se reserva por seguridad, dijo: “Donde la fe es perseguida, no solo se ataca a los creyentes. Se ataca al derecho de toda persona a buscar la verdad”. La defensa de la dignidad humana se ha convertido en una lucha geopolítica.
Transformación demográfica: el mundo envejece… y se empobrece
Por primera vez en la historia:
- China perdió población por segundo año consecutivo.
- Japón y Corea del Sur tienen tasas de fertilidad que ponen en riesgo su futuro económico.
- Europa envejece aceleradamente.
- África es el único continente en crecimiento demográfico robusto.
Esto afectará pensiones, productividad, sistemas de salud y la estructura misma de las familias. Naciones Unidas advirtió que, de no corregirse, la combinación de baja natalidad y alta longevidad podría generar crisis fiscales severas.
El nuevo tejido social: comunidades digitales, polarización y pérdida de confianza
La polarización política está fracturando sociedades enteras. Los jóvenes viven más tiempo en comunidades digitales que físicas, lo que crea identidades fragmentadas y disminuye la capacidad de diálogo social. Un estudio de Gallup reveló que la confianza interpersonal global cayó del 45% al 28% en diez años.
La Iglesia, organizaciones comunitarias y ONGs son hoy algunas de las pocas instituciones que todavía pueden reconstruir sentido de comunidad.
Conclusión: humanidad en tensión, pero también en posibilidad
Los desafíos sociales de 2025 son reales, profundos y globales. Pero la misma historia demuestra que los momentos de mayor crisis son también los momentos de mayor innovación moral y comunitaria. México —por su juventud, su tradición familiar, su sentido de comunidad y su valor por el bien común— puede ser un referente.
La pregunta no es si el mundo cambiará.
La pregunta es si tendremos el coraje de cambiarlo por el bien común.




