A todos nos debe quedar claro que la situación actual del campo mexicano, y en consecuencia de los campesinos, no está nada bien, y si alguien no ha podido darse cuenta le basta revisar los medios de comunicación que un día sí, y el otro también, nos hablan de protestas y exigencias de los productores a lo largo y ancho del país porque simple y sencillamente no hay incentivos ni utilidades para las labores del campo.
Desde hace semanas, los productores de maíz han reclamado del gobierno se les otorgue un precio de garantía suficiente por tonelada, ya que el precio internacional de ese producto es mucho menor al equilibrio económico que ellos necesitan para generar las utilidades que les permitan vivir dignamente.
Como consecuencia del desequilibrio entre el costo de producción en México contra el precio del mismo producto a través de la importación, la industria y los grandes comercios prefieren importar maíz de otros países, particularmente del vecino del norte.
Lo mismo ocurre con los productores de trigo que reclaman el apoyo del gobierno para equilibrar sus finanzas al encontrar que el precio internacional de su producto resulta más barato que lo que a ellos les cuesta cultivar y cosechar el trigo mexicano.
En redes sociales se pueden encontrar opiniones contrarias a las peticiones de los campesinos, con argumentos tan fríos como “si no les conviene que se dediquen a otra cosa”, pero además de ser afirmaciones poco solidarias y empáticas, resultan ofensivas y discriminatorias.
Todos los mexicanos tenemos derecho a dedicarnos a la actividad lícita de nuestra preferencia, es un derecho humano reconocido por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 5to. Pero, por otro lado, quienes detentan la propiedad de la tierra, sea como pequeño propietario, como ejidatario o en propiedad comunal, la tienen para hacerla producir, ello no solo les da riqueza a ellos y sus familias, sino también a la nación mexicana, además de proporcionarnos alimentos a los mexicanos. En 2024 la producción agropecuaria representó el 5% del Producto Interno Bruto.
A fin de que entendamos la crisis por la que atraviesan los campesinos mexicanos, hay que considerar que los ingresos del sector agropecuario en 2024 tuvieron una contracción del 2.2%, o sea que quienes trabajan nuestras tierras nacionales no solo no obtuvieron los mismos ingresos que el año anterior, sino que recibieron menos y así tuvieron que enfrentar una inflación anual del 4.1%.
Y como si fuera poco, los productores agropecuarios son víctimas del crimen organizado, que por un lado los obligan a dejar sus tierras, y por otro, les aplican el llamado “cobro de piso” para dejarlos trabajar, además, son sujeto de asaltos y quema de su producto si no otorgan las cuotas exigidas por los delincuentes para que los dejen comercializar.
Según el Consejo Nacional Agropecuario, el daño ocasionado por las extorsiones a productores, distribuidores y transportistas agropecuarios impacta entre un 10 y un 20%, lo que obviamente dificulta y encarece su producción. ¿Así como competir en costos con los productos importados?
Pero la real desgracia del campo es la desatención gubernamental, con un gobierno que no solo no contiene al crimen, sino que, además, no tiene programas reales para incentivar la producción.
El presupuesto federal 2025 para agricultura sufrió un recorte de 4.7%, lo que afectó negativamente los apoyos al campo en comparación con 2024.
Como ejemplo de la desatención de los gobiernos de la 4t, hay que recordar que antes existió un programa denominado PROAGRO Productivo, con el que se lograba incentivar la productividad en el sector agrícola y se otorgaba liquidez a unidades económicas rurales para invertir en actividades como la compra de insumos y maquinaria, su objetivo era estimular el campo mexicano para aumentar la producción, el empleo y con ello la seguridad alimentaria, mismo que fue exitoso hasta 2018, pero fue sustituido por el programa Producción para el Bienestar, que es una estrategia del gobierno cuatrotero disque para apoyar económicamente a pequeños y medianos productores agrícolas y apicultores con apoyos directos y anuales, que van de 6 mil a 24 mil pesos al año. Obvio que con ese dinero que solo sirve como paliativo a las necesidades familiares inmediatas de los campesinos, no se logra el crecimiento productivo del campo mexicano.
A base de presiones, protestas y cierres carreteros, los productores de maíz y de sorgo han conseguido un subsidio del gobierno federal y de algunos de los estados, pero sin duda eso no resuelve la situación, pues no prevén el futuro. Si solo a base de protestas el gobierno cede y da un apoyo extraordinario al campo, para el año siguiente, y el otro también, se está trazando un camino que costará millones al erario. Y aún falta ver la lucha de los productores de trigo, frijol, ganado, y muchos etcéteras.
Por lo pronto al campesino no le queda de otra que protestar, pero debe buscarse una alternativa conjunta de solución.
Debe entenderse en el gobierno que lo ideal es la planeación, la inversión en productos rentables y bastos, pero, ha de quedarnos claro que, así como los mexicanos necesitamos la producción agropecuaria, los productores necesitan de un gobierno que busque el bien común y que revise, planee y establezca acciones que vuelvan a hacer del campo mexicano una tierra de abundancia.
Es mi opinión, hoy en día, el campo está en desgracia, pero, la peor desgracia del campo mexicano es tener un gobierno que no planea, que no visualiza lo que México necesita y que prefiere invertir recursos en obras faraónicas que cada año sangran su economía, en vez de invertir en producción y comercialización que generen riquezas para el país y sus habitantes.
La Conferencia del Episcopado Mexicano hizo recientemente un llamado al gobierno de la nación a atender las necesidades del campo mexicano, advirtiendo que “de no atenderse con prontitud y justicia la situación de los productores del campo, corremos el riesgo de caer en una descomposición social irreversible que afectará al agro, a la economía nacional y al bienestar de millones de mexicanos”.
Si el gobierno cuatrotero no soluciona los problemas de México, nos queda a los ciudadanos la alternativa de hacerlo mediante un cambio de gobierno que inicie en 2027, estás convocado a participar.
Te puede interesar: Mentiras y distractores para ocultar la verdad
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
Facebook: Yo Influyo





