La vida espiritual en la familia

Que nuestro testimonio enamore a nuestros hijos y los lleve a la vida espiritual.


Espiritualidad en familia


El tema de la espiritualidad es un tema poco tratado pero muy necesario en nuestros días.

Y lo primero que podemos decir sobre el tema es que debemos tener claro que es la espiritualidad, para hablar en el mismo idioma.

Espiritualidad es un estilo de vida, es la forma de contemplar, vivir y transmitir a Jesús y esto nos da ciertos principios, actitudes, signos y rasgos que nos dan respuesta a una necesidad del ser humano y que parten del Evangelio y del magisterio de la Iglesia.

En pocas palabras es la forma de seguir a Jesús, por ejemplo, los franciscanos lo siguen como pobre, los Jesuitas como general, los de la Cruz como sacerdote y víctima, etc.

Hay muchos carismas y muchos estilos dentro de la vida espiritual católica y cada quien puede inclinarse más por alguno de ellos, dependiendo de sus necesidades y de sus características propias.

Y es muy necesario que en la familia tengamos una espiritualidad, ya que será el estilo de vida que caracterizará a nuestra familia y la forma en que nos desenvolveremos en el mundo, por eso aquí te dejo mis 5 tips para desarrollar la vida espiritual en la familia.

Primero. Discierne que misión tienen como familia.
Cada familia tenemos un llamado particular, es decir un propósito específico que cumplir y que le impregna un estilo de vida particular. Y es necesario estar consciente de ello.

Pero ¿cómo podemos saberlo? Pues debemos observar y discernir de los hechos y acontecimientos que nos han tocado vivir como familia.

En cada uno de ellos vamos encontrando el llamado particular de Dios para nuestra familia. Nada pasa por casualidad y debemos volvernos observadores de nuestra realidad para descubrir la voz de Dios y a lo que nos va llamando.

Segundo. Fomenta la lectura espiritual. 
Es la mejor forma que tenemos para conocer los diferentes caminos que Dios nos va poniendo para seguirle.

Con la lectura espiritual se nos va abriendo el panorama y podemos conocer lo que ya hay, es decir, los caminos que ya se han recorrido; aunque esto no quiere decir que sean los únicos.

Podemos ir tomando lo mejor de cada uno e ir confirmando nuestra propia espiritualidad tanto personal como familiar y así dar respuesta al llamado personal y familiar que Cristo nos hace.

Para esto es bueno tener libros de diferentes espiritualidades para conocerlas y profundizar un poco en cada una.

Tercero. Busca un director espiritual. 
La vida espiritual es muy profunda por eso es necesario caminar de la mano de un guía o director espiritual que nos ayude a discernir lo que Dios nos va pidiendo como persona y como familia.

Y para llegar a tener un director espiritual es muy básico frecuentar el sacramento de la confesión y tener contacto con varios sacerdotes para discernir con cuál nos sentimos más cómodos y quien es el que nos comprende mejor.

Y al decir comprender no me refiero a solapar, sino con el que nos sentimos más cómodos y podemos platicar mejor y que él nos entienda bien.

No todos los sacerdotes pueden ser directores espirituales. Por eso es necesario preguntarles abiertamente y esperar su respuesta antes de considerarlo como director espiritual.

Podemos tener muchos sacerdotes que nos aconsejen y animen, pero si tenemos un director, es necesario obedecerle para que las cosas funcionen porque será por medio de él como Jesús nos hable con más claridad.

Cuarto. Define la espiritualidad familiar y refuerza con signos visibles. 
Una vez que sabemos cuál es nuestra misión personal y como familia y después de leer sobre las diferentes espiritualidades, es bueno que el director espiritual nos ayude a definir el camino por el cual seguiremos a Jesús, es decir, que definamos la espiritualidad familiar.

Y para reforzar la elección, es bueno, encontrar signos visibles que nos ayuden a recordar esta espiritualidad.

Por ejemplo, existen los escapularios, las medallas, las imágenes, los iconos, los rosarios y algunos otros signos específicos de cada espiritualidad que nos ayudan a vivir conforme a ese estilo de vida en particular.

¿Y debo vivir sólo una espiritualidad? Es muy conveniente comenzar con un estilo de vida por un tiempo y después irlo enriqueciendo con algunos otros rasgos de otras espiritualidades para lograr llegar a la espiritualidad propia de cada familia.

Es así que puedo tener una espiritualidad franciscana y además llevar el escapulario del Carmen y portar la medalla de san Benito.

Estos signos enriquecen mi espiritualidad personal y familiar, es decir, son signos que nos van acercando más a Dios y que nos permiten cubrir los diferentes aspectos de nuestra vida, pero siempre bajo una espiritualidad concreta.

Y quinto. Alimenta la espiritualidad. 
Así como nuestro cuerpo necesita alimento para estar sano, nuestra alma también necesita ser alimentada con las devociones y sacramentos para estar sana y dispuesta para cumplir nuestra misión.

Si logramos tener algunas devociones familiares como el rezo del santo rosario, la coronilla de la misericordia, el rezo del ángelus o asistir los primeros viernes de mes a misa, entre otras, estamos fortaleciendo nuestra vida espiritual y provocando que nuestros hijos aprendan a darle su lugar.

Es de vital importancia recibir constantemente y a su tiempo los sacramentos como ayuda y soporte espiritual.

Y es súper importante que nuestros hijos vean que nosotros vivimos conforme al estilo de vida que deseamos para nuestra familia ya que es nuestro testimonio lo que los enamorará y los impulsará a seguir por el camino que hemos escogido como familia.

Mientras nuestros hijos son pequeños es nuestra responsabilidad fomentar esta espiritualidad y propiciar momentos para vivirla, pero conforme nuestros hijos crecen es bueno que ellos vayan escogiendo actividades y devociones que quieran tener.

Seguro llegará el día en que ellos, de forma madura, escogerán si siguen con la espiritualidad familiar o deciden darle un giro a una espiritualidad personal distinta para responder al llamado personal que Dios les hace a cada uno de ellos.

Ojalá que siempre puedan decir que vieron en nosotros la cara alegre de Cristo y que seamos un trampolín de ellos para llevarlos a Dios, aún con nuestros defectos y miserias, pero siempre con los ojos puestos en Jesús.

Que nuestro testimonio los enamore y los lleve a la vida espiritual y a tener una intimidad con Dios y así lleguen un día a la santidad.

Dios les bendiga y mamita María les cubra con su manto.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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