El pueblo pone la voluntad en las urnas

Es mensaje de días recientes, lo que dijo Andrés Manuel de que “el pueblo, pone y el pueblo quita” o “abstenerse de revertir la voluntad popular expresada en las urnas”, en este caso en el Perú, respecto a la destitución y encarcelamiento de Pedro Castillo, al violar éste el artículo 134 de la constitución peruana. Lo cual me recuerda las múltiples veces que el mismo Andrés Manuel pidió o exigió que Enrique Peña Nieto dejara la presidencia, con diversos argumentos, se olvidó entonces de su cantaleta de que el pueblo pone y el pueblo quita. En vez de congruencia, conveniencia ideológica. Se le olvidó que el pueblo “puso” a Enrique Peña Nieto.

Curiosamente, de paso, un argumento de Andrés Manuel para pedir que Peña Nieto renunciara a la presidencia, eran las sospechas de que este tenía problemas de salud, y que la salud del presidente era asunto de interés público. Pero una vez que por el robo de información secreta de la Sedena quedó claro que el actual presidente sí tiene serios problemas de salud, algo ya reconocido por él mismo en una mañanera, se olvida de que el presidente debe renunciar por motivos de salud.

Voluntariamente, Andrés Manuel “olvida” que la destitución de Pedro Castillo fue del Congreso, por razones estrictamente penales, haber violado el artículo 134 de la constitución y otras disposiciones legales. El pueblo puso a Castillo de presidente y éste mismo se volvió presunto delincuente, es decir que podemos decir que Pedro Castillo se quitó, él mismo, por delitos calificados, de la presidencia de la República del Perú. Y no se puede ignorar el hecho de que un Congreso representa precisamente al pueblo que lo eligió como tal.

Por cierto, en los tres casos, de Peña Nieto, de Pedro Castillo, y del propio López Obrador, con mayoría de votos en urnas, solamente fueron puestos por una minoría de los ciudadanos con derechos a voto, incluyendo los que se abstuvieron de votar, que no los apoyaron votando. Ganaron la mayoría de los votos emitidos, pero no la de todos los ciudadanos con derecho a votar. Y Pedro Castillo ganó por poca diferencia con su rival, Keiko Fujimori, 50.19% de votos a su favor, contra 49.875 % de ella.

La libertad de opinar es reconocida (casi, menos por los tiranos) universalmente, pero el presidente de México no sólo ha manifestado múltiples opiniones sobre los sucesos del país hermano del Perú, que podrían considerarse como no intervenciones en la política peruana, con una interpretación muy laxa, pero cuando exhortó al país sudamericano a “abstenerse de revertir la voluntad popular expresada” en las urnas, ya se metió abiertamente en la política de un país extranjero, violando muy probablemente la Convención de Ginebra (ratificada por México) y la tradicional política mexicana conocida como “doctrina Estrada”. Para el gobierno peruano, López Obrador sí se entrometió en la política interna del Perú, y para efectos diplomáticos esto es muy importante.

Ahora México, como país, queda en vergüenza internacional por decisiones del presidente en contra de la soberanía peruana (tal como este país lo ha considerado), y no del pueblo mexicano, con el embajador mexicano expulsado del Perú. Esperemos que tanto el pueblo peruano como su gobierno, estén bien conscientes de la diferencia, ante la larga buena relación de ambas naciones hermanas. E igual se entienda en el contexto internacional.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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