Pobreza y hambre mundiales, ¿cómo acabarlas?

Con dinero, con mucho dinero, se puede comprar comida para alimentar, por el momento, a millones de personas, pero el hambre tiene la mala costumbre de regresar cada día.



Hace tiempo circulaba un mensajito de que, con el diez por ciento de lo que posee la Iglesia católica, se podría acabar con el hambre del mundo. Dos tonterías en ello; primero que dicha iglesia no tiene ni ha tenido tanto dinero, segundo, que todo el dinero disponible en el mundo no alcanza para acabar con la pobreza y el hambre.

Y hace poco, al director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), David Beasley, se le ocurrió que si Elton Musk donaba el dos por ciento de su fortuna, se podría acabar con el hambre mundial. Y él dijo que sí, nomás que le dijeran cómo se haría, y allí quedó esta nueva tontería, pues se hablaba de acabar con el hambre, no sólo aliviarla por el momento. Beasley dijo que los multimillonarios podrían donar “6,000 millones de dólares para ayudar a 42 millones de personas que, literalmente, van a morir si no llegamos a ellos”. “No es complicado”, dijo. Pero ´si, es muy complicado. El Dr. Eli David respondió que si en 2020 el Programa Mundial Alimentario reunió 8.4 mil millones de dólares, ¿Cómo es que no pudo resolver el hambre mundial?

El problema del hambre, para resolverlo, es que requiere hacerlo todos los días, en tanto y cuanto los millones de personas que la padecen no tengan medios para producir y/o comprar comida. El hambre, muchos no parecen tenerlo presente, no se puede resolver en una acción, la que sea, y que como digo, es de cada día. Regalar dinero, de quien sea, y como sea, no es una solución.

Aunque se supone que el mundo, la tierra y sus recursos naturales bien explotados pueden alimentar a los miles de actuales millones de habitantes que tiene, estructuralmente no tiene el mundo tal organización ni tecnología, ni medios productivos para hacerlo. ¿Hay que intentarlo? Sí, pero no se está haciendo.

Para comenzar, el hambre es producto directo de la pobreza, y mientras los millones de pobres no tengan manera de ganar dinero para comer, el problema no se resuelve. Detrás, sí, del hambre, está la pobreza. Y gran parte de la misma existe porque los pobres no tienen manera de producir y ganar para dejar de serlo. Y la pobreza no se puede acabar regalando sistemáticamente dinero o alimentos.

Con dinero, con mucho dinero, se puede comprar comida para alimentar, por el momento, a millones de personas, pero el hambre tiene la mala costumbre de regresar cada día. Para resolver el hambre mundial, es indispensable dar a los pobres medios propios de subsistencia, es decir se trata de un asunto de estructura productiva, económica en muy amplio sentido. En tanto, todas las ayudas en dinero son respuesta de alivio, no de solución.

Y aún hay más. Alimentar a miles o peor, millones de personas, implica enormes problemas de logística. Millones de dólares en alimentos se pierden cada año, en intentos de llevar alimentos a pueblos hambrientos. En especial de alimentos perecederos. Y a eso se suman los robos, abusos y corrupción, los grandes esfuerzos se debilitan. Pero quizás más que todo, las fallas e incompetencias de acumulación, transporte, guarda y distribución dan al traste con buena parte de la ayuda alimentaria.

No, el problema del hambre es muy, muy complicado, y no se puede resolver regalando dinero de los ricos para que “alguien”, digamos Naciones Unidas, puede lograrlo. Por ahora mueve miles de millones en ayuda alimentaria y apenas alivia parte, menor, del problema. Mientras no se resuelva el problema de dar a los pobres medios de subsistencia, el hambre seguirá matando millones de personas al año. Y hay que agregar que, por la falta general de medios de vida, al hambre se le suman millones de muertos por falta de atención médica, y además, que muchos de los enfermos que mueren es porque no se pueden alimentar,

Pensemos también en la criminal conducta de gobiernos dictatoriales, populistas que, en vez de buscar solución a la pobreza y hambre de sus pueblos, lo que hacen es mantener ese status quo, para conservar el poder y enriquecerse. Y las guerras y terrorismo que mantienen a millones de personas sin poder acceder ni a ayudas o alimentos, menos a actividades productivas, impiden resolver su hambre cotidiana. Y por culpa de esas conductas de poderosos, la migración mundial, la que huye de sus poblaciones y medios que pudieran haber tenido de subsistencia, cae en problemas de hambre que quizás antes no tenía. Ah, en tanto esos criminales con armas o poder destruyen a su gente, los poderosos del mundo “miran a otro lado”.

No debemos ser ingenuos y simplificar la solución de la pobreza y del hambre en el mundo. Las propuestas simplistas son muy peligrosas, al menos porque pueden crear expectativas optimistas que no se pueden alcanzar. Claro que dar alimentos y dinero para comprarlos y entregarlos a quienes pasan hambre ayuda, cierto, pero no es una solución, es un alivio parcial y temporal, nada más. No las desestimemos, claro, pero no hagamos algo peor: sobrestimarlas ingenuamente.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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