León XIV: perder el miedo a lo diferente

Es irresistible escuchar a León XIV y dejar de lado la pobreza de un modesto comentario de un miserable escribano. Gracias a la espléndida maestría, paciencia y puntería de Carlos Anaya, se abre la oportunidad de tener acceso al pensamiento del Pontífice recién electo por el Colegio Cardenalicio desde la luz del Espíritu Santo.

PARA HOMRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD

Ese es un primer momento en el pensamiento papal: Se abre a todas las personas de buena voluntad; a aquellos que están ocupados y preocupados por lo que sucede en el mundo y que, en consecuencia, desde la propia trinchera familiar, profesional, académica, social, económica o política, pueden abonar a la esperanza de que mañana será mejor.

Para la catolicidad de todo el planeta, el Obispo de Roma redescubre la invitación a hacer vida, fe y vivencia en la común unidad, de la enorme riqueza que aporta a la comunidad la Doctrina Social de la Iglesia. Para otros más, no es encontrar una especien de “tercera puerta” para resolver diversos problemas. No es una tercera vía, es la única que, razonablemente, va al encuentro del destino temporal y trascendente de la persona humana.

La importancia en temas de orientación social de la Madre y Maestra, han tenido en todo tiempo y lugar, lecciones y apreciaciones, visualización integral y completa de las cosas que atañen  y le son tan propias al ser humano, a la familia, al matrimonio, a la vida económica, social, política o tecnológica. Siempre aporta y convoca a la paz, a la unidad, a la esperanza y la búsqueda continua de la inteligencia para encontrar la verdad y el ejercicio de fortaleza de la voluntad para ejercitar el bien.

El “peor riesgo” de la Doctrina Social de la Iglesia, radica en formar buenos ciudadanos que se conviertan en buenos padres y madres de familia, en buenos maestros, buenos empresarios, buenos científicos y buenos políticos. Por eso no hay que tenerle miedo como lo pregonan algunas voces decimonónicas ancladas en la miopía de todo aquello que ha sido demostrado en decenas de años, que no funciona cuando se trata de la comunidad humana.

Con la autorización de Carlos Anaya, de las bellísimas lectoras y gallardos lectores, este escribano irá entresacando y atreviéndose a compartir varios conceptos echados a andar por el Papa León. En esta oportunidad, surgen tres contextos en la Audiencia General.

LAS PARÁBOLAS

En muchas oportunidades, el empleo de las Parábolas en cada proceso de evangelización de Jesús de Nazareth, se veían como un recurso didáctico para darle estructura a distintos procesos andragógicos, en particular, delante de las audiencias que lo rodeaban en los sitios, educación, formación cívica, religiosa y costumbres que conformaron el entorno de sus tres años de vida pública.

Las parábolas, observa el Pontífice con total puntería, cuentan una historia entresacada de la vida real y eso mismo les proporciona el encuadre apropiado.

Al observar con más detalle, la parábola transmite algo de mayor fondo, porque, en efecto, “arrastra” al encuentro de significados más profundos e intensos, porque  no es solo juguetear con una Story Board, sino va tendiente y directamente, a descubrir varias interrogantes en cada persona de la audiencia. Por eso, destaca León XIV, las parábolas invitan, empujan con enorme sagacidad, a no quedarse solamente en las apariencias.

Y es, justamente este primer enfoque, lo que invita y empuja a cada persona parte del pueblo de Dios y de la Iglesia Militante, a evitar caer en la configuración de un pueblo meramente “rezandero”; que cumple con la Misa, en ocasiones con la Eucaristía, ayuda al equipo de pláticas en las parroquias y/o en el equipo de liturgia… pero al salir del Templo, ¡No pasa nada!

Si se permite la analogía, es el samaritano que camina y camina, que es un hombre bueno, pero que en todo su trayecto  no encuentra a nadie a quién ayudar, a quién perdonar, a quien consolar o a quién hablarle de las bondades de su Dios.

Es claro que existen personas a quienes resulta muy complicado hablarles de las bondades de Dios… La idea es que, si a esa gente no se puede hablarles de Dios… entonces, hay que hablarle a Dios de esas personas. Él lo hará mejor que cualquiera.

Con las y los jóvenes sucede algo similar. Por todas las razones que los lectores describan, ocasionalmente es complejo platicar con ello sobre la Fe, la Esperanza y el Amor. A veces, ni siquiera es viable hablarles de Valores Superiores. Esas juventudes están hartas de escuchar que les hablen de Dios y de la vivencia de valores… ¡¡¡No quieren escuchar a los adultos hablarles de eso… Ellos y ellas quieren ver cómo los adultos viven los Valores y cómo los sustentan en la Palabra!!!

Los jóvenes desean con urgencia, ver cómo el adulto practica y se comporta como buen samaritano. Quiere ver las formas y los momentos en que los adultos aprenden a perdonar las ofensas, las traiciones, los desengaños. Y no solo en eso se limita su observación. Quieren ver la forma en que, desde casa, el adulto construye el bien común; las formas en que practica el amor, la generosidad, la nobleza; y los procedimientos que emplean los adultos para devolver un bien por encima de todo el mal que le ha hecho alguien en particular.

ACTUAR DIFERENTE

Hoy es de lo más retador para la sociedad, ver que una familia bendice los alimentos. Es totalmente inédito y sorprendente, ver a un político o funcionario público salir del confesionario y dirigirse-sin escoltas- a la fila para recibir la Eucaristía.

Ciertamente, sostiene León XIV, la Palabra fascina y despierta curiosidad por el aprendizaje. El tema central es que hoy, la gente se mueve en situaciones distintas e incluso, adversas. Esto implica dice el obispo de Roma, comprender que la palabra del Nazareno va dirigida a todos, pero en cada persona actúa de manera diferente. 

LA RESPUESTA

Algunas personas se pasan la vida calculando metro a metro, día tras día. No es malo, porque las personas han asumido la costumbre de calcular todas las cosas para evitar que algo “se salga del plan” o de las metas prefiguradas.

Se vale calcular, pero como dice el Pontífice, cuando se trata de Amor, de ese tan especial como el que Dios le regala al ser humano, calcular suena a fruslería.

Por ello, en la Parábola del Sembrador, pareciera que hay un comportamiento de derroche, porque bien sabe el sembrador que algunas de las semillas caerán en tierra no fértil o que las comerán los animalitos del campo….. Pero como bien señala el Papa… No hay por qué alarmarse. Así es como Dios actúan con la humanidad.., como un derrochador de Amor.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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