¿Feliz cumpleaños?

TÉ DE TILA

Varios cientos de miles, si no es que millones de personas en todo el país y algunos sitios fuera de imperio mexica, le echaron a perder su fiesta de cumpleaños al ciudadano presidente.

¿Cómo saber que eso sucedió? Simple. Si usted vio la mañanera que siguió al domingo de marchas en todo el territorio nacional, seguramente, podrá darle al escribano la razón, e invitarle un té de tila.

Un mandatario flaco, ojeroso, cansado, vitriólico, destilando odio e inútilmente, tratando de minimizar la participación de los mexicanos, que, sin acarreos ni tortas llenaron plazas y calles. Todo porque ciudadanos -no masas, ni lo que él llama “pueblo”- todos con nombre, apellidos, domicilio y credencial de elector, se expresaron en total desacuerdo con la mal llamada reforma electoral que impulsa el tabasqueño.

CUANDO PIERDE ARREBATA

A falta de argumentos serios y de hombre de estado, rebaja el debate y el diálogo al pleito de mercado, a la diatriba callejera y a la denostación pletórica de vulgarismos.

Por eso ofende a los ciudadanos que disentimos de su opinión y consignas. Por eso reta a llenar el Zócalo. Por eso solo cuenta, en el marco de su imaginería fantasiosa, a 50 o 60 mil participantes. Mal consejo de sus asesores lanzar esas cantidades; porque solo la cohorte de lambiscones, que dicho sea, el verbo es “lamer”, pero el despectivo califica de lambiscón a quien, tratando de quedar bien con su patrón, aseguró que solamente eran entre 10 o 12 mil personas manifestándose.

“No participó mucha gente”, aseguró el mandatario. Descalificar el nombre que él le pone al juego de ganar o arrebatar. Al final, siempre pierde.

La estrategia siempre se le revierte. Es una permanente posición maniquea. Todo lo que no surja de la utopía personal es, necesariamente, ofensa, conservadurismo, traición, fifí o lo que él suele denominar como acciones contra el pueblo. Porque él es la representación de otra entelequia llamada “pueblo”, masa, muchedumbre, no ciudadanos.

EL RESUMEN

Algunos observadores destacan que, cuando la ciudadanía, la sociedad civil organizada -no la oclocracia- se expresa en la forma como lo hizo nuestra gente en la marcha, es el momento en que el funcionario tiene que poner sus barbas a remojar, recular, recomponer y abrir el oído para escuchar a las personas.

Debe hacerlo para abrir una válvula por donde se fugue la presión social que acaba de estallar. Si el presidente no da marcha atrás, el camino entonces es la represión brutal, despiadada, inocultable. Y así, podría entenderse el impulso a la militarización y las prebendas otorgadas a las fuerzas armadas. Así también puede entenderse, la narrativa del Secretario de la Defensa Nacional lanzando loas al movimiento presidencial y amenazas a quienes disienten de la imaginaria transformación que su jefe supremo encabeza.

HABLA MUCHO

Existe una máxima que señala que “Aquellos que hablan mucho, suelen también equivocarse mucho”. Y el presidente ha hablado en demasía y lo ha hecho con todos los recursos públicos que tiene a su alcance. Por ello también, se ha equivocado mucho.

Fueron cinco días de diatribas contra la marcha y eso, en buen romance, provocó la exacerbación de las y los ciudadanos, que ya se dieron cuenta que no es solamente la defensa del árbitro electoral, sino la defensa de las libertades de expresión y asociación; de la libertad de no estar de acuerdo. De la libertad del ciudadano para equivocarse en una elección al llevar al poder a un mandatario, y poder corregir en el siguiente proceso.

El presidente no ha entendido que el tema central que aglutina y cohesiona el movimiento ciudadano que acaba de nacer, se llama Libertad. Eso es todo.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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