Claudia o la imperiosa necesidad de protección

El escribano coincide a plenitud con el analista Carlos Bravo Regidor (1). El nerviosismo de la que muy pronto será ex jefa de gobierno, se centra en esas dos letras “ex”.

Una vez que abandone el cargo, no todo volverá a ser lo mismo para ella, para su presunta candidatura y para la proyección y branding que la cercanía con el presidente, el presupuesto y los reflectores naturales conexos al puesto le traían. Ahora, tendrá que sudar la camiseta si quiere ganar un espacio.

Las renuncias, para la causa de Marcelo Ebrard resultó una bendición. Ahora el piso será más parejo como lo pedía. A la señora Sheinbaum no le favorece en absoluto.

Por un lado, Marcelo trae discurso, narrativa, experiencia y conexiones internacionales que se ha ganado a pulso, parchando las impertinencias presidenciales, las pifias y la incomodidad de un mandatario que no sabe y no entiende de los temas que le abrieron las puertas a Ebrard.

Claudia -según algunos especialistas- se dedicó a mimetizarse con el presidente. Su mejor esfuerzo ha sido protegerse bajo el cobijo del discurso y la praxis populista del ejecutivo. Para ella, fue un triunfo que se hayan evitado los debates inter-corcholateros, porque, difícilmente, podría sostener una confrontación verbal con Monreal o con el segundo López, el hombre de Bucareli. Claudia se hizo un “López, pero chiquito”, muy pequeño. Una copia al carbón, pues.

Aunque la casi ex jefa de gobierno pueda contar con asesores -muy bien pagados y magos del make up- para la cultura del sospechosismo mexicano, la primera pregunta obligada es: ¿De dónde saldrá el pago de los honorarios y materiales de promoción de su imagen? Es pregunta.

Aun cuando una fuente de ingresos pudieran ser algunos empresarios, a quienes Alfonso Romo pudiera torcerles los dedos, la otra pregunta necesaria e indispensable es: ¿De qué les va a hablar Claudia a los empresarios, inversionistas y mujeres y hombres del dinero?

Es difícil que les hable sobre temas que ella desconoce: productividad, eficiencia, innovación, creatividad, big data o generación de empleos. Una promesa en torno a una reforma fiscal que impulse la atracción de inversiones, se ve muy lejos. No son temas para ella.

Mientras Marcelo ha evidenciado independencia y claridad al hacer su chamba, Claudia se ha diluido entre la jerigonza mañanera y la repetición de la verborrea madrugadora.

Claudia, a pesar de que se ostente como mujer revolucionaria y rebelde -el escribano cree que por eso no se sabe maquillar y usa el mismo peinado e indumentaria de universitaria siempre- en términos reales en los eventos relevantes pasa a formar parte del paisaje urbano. No más.

El ex secretario de Relaciones Exteriores tiene más trato interpersonal, más juego y poses diplomáticas. Claudia se precia esmirriada, sin luz propia y sin carisma.

En tanto que Ebrard acepta y tiene más contacto con los medios; le da más juego al reportero y “más carnita” a los analistas, Claudia sigue cometiendo el mismo error: comunicar con cifras, con buenos deseos, con más ideología, con suposiciones de resultados que se conjugan en tiempo futuro y se echan al olvido esperando que nadie vuelva a comentar el tema.

Hasta ahora, es evidente que Claudia tiene una enorme necesidad de ser protegida, de ser arropada y de vivir a la sombra del caudillo.

El enorme riesgo de esta posición es que, el presidente se voltee a ver más a Marcelo. Al tiempo

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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