Esta generación: Dinero y política

Hace unos días se hicieron públicos videos que muestran a una diputada recibiendo dinero, en uno para apoyar la campaña de un candidato y en otro para impulsar un cambio legislativo. Por otra parte, existen acusaciones de distintos actores sobre el uso de dinero de los contribuyentes para favorecer candidatos, o el de dádivas para comprar el voto en las elecciones a celebrarse en un mes.



El Papa Francisco en su encíclica Laudato Si, previene sobre uno de los principales peligros de nuestra época: la subordinación de la política al poder económico. Si esto sucede, en lugar de buscar el Bien Común, la política se convierte en una práctica para beneficiar intereses particulares de aquellos que tengan el dinero para pagar favores, cometer o solapar injusticias.

La exhibición de diversos políticos recibiendo dinero, o utilizando recursos ya sean recursos públicos o de particulares para manipular el voto, así como el dispendio en las campañas políticas, es una de las causas de desprestigio de los partidos políticos frente a la sociedad, la que en muchos casos opta por la abstención al considerar que todos los partidos son iguales, y en otros casos, opta por el cinismo y aprovecha los mecanismos clientelares para su propio beneficio, generando un círculo vicioso que desvirtúa la política.

Muchos actores políticos consideran que no hay alternativa al uso de recursos públicos y privados para ganar elecciones, por lo que se buscan padrinos y donadores para acceder a los puestos públicos, lo que limita la independencia de los políticos al momento de llegar a los puestos públicos, quedando en la mayoría de los casos, comprometidos a beneficiar económica y políticamente a quienes les financiaron la campaña. Otros políticos condicionan asignar contratos y obras a cambio de porcentajes de dinero, que en teoría es para gastos electorales, y que muchas veces sólo sirve para enriquecimiento personal.

Un grupo de jóvenes en Guadalajara decidió exhibir la falsedad del argumento sobre la necesidad de recursos exorbitantes para ganar elecciones. Desarrollaron una plataforma digital que les permitió aceptar donaciones múltiples con un tope de 7 mil 500 pesos por donador para evitar adquirir compromisos. En total, realizaron la campaña para el diputado Pedro Kumamoto con una mínima parte de lo que establecía la autoridad como límite de gastos de campaña, ¡y ganaron!

En la mayoría de los casos, los partidos incluso rebasan los topes establecidos por la autoridad, gastando en estructuras de movilización, mediciones, propaganda digital y regalos que no quedan registrados como gastos de campaña; y a pesar de eso, los jóvenes tapatíos apelaron a una agenda ciudadana y al apoyo de voluntarios y herramientas digitales, para vencer a los partidos que contaron con mucho más dinero y estructura.

No será posible cambiar el estado actual de cosas si no hay políticos y ciudadanos que se comprometan a competir sin la subordinación al dinero, ya que entonces será casi imposible romper los lazos de corrupción, impunidad e injusticia que se tejen a partir de compromisos económicos y políticos, adquiridos por la subordinación de la política a la economía.

Esta generación puede hacer propia la pregunta que el Papa Francisco plantea en Laudato Si: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?” Es crucial buscar nuevas formas y actitudes de participación política que eviten la subordinación de la política al dinero, para que ésta sea la más alta forma de amor y servicio a los demás.

@yoinfluyo

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com


 

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