María Elena Álvarez de Vicencio

Los avances que hemos conseguido las mujeres en las últimas décadas son muy claros. En el caso mexicano hay un nombre inexpulsable de la historia de logros en materia de igualdad de género: María Elena Álvarez de Vicencio.

Esta gran mujer se ha dedicado a México, formó a generaciones completas a través de la escuela que procuró para niños y niñas en la primaria. Una demócrata con todos los títulos desde licenciatura hasta doctorados, casada con Abel Vicencio de quien utilizó sin problema el apellido de aquél con el prefijo “de”. Sin embargo, apoyó a sus hijas y a la siguiente generación para que no utilizáramos el apellido de nuestros esposos. Con una hermosa familia que la quiere y la admira. Sin dejar de lado una sola convicción, no sólo se adaptó a los cambios, sino que también los logró.

Como integrante del Partido Acción Nacional participó en todos los órganos de la vida interna de éste. Su paso por la política también estuvo acompañado de otros temas: el combate a la corrupción, la ética en la política, el fortalecimiento municipal y la doctrina humanista. Sin embargo, su influencia en los derechos de las mujeres es quizás uno de sus mayores aportes.

Muchos se acercaban a María Elena para comentar la barbaridad de las cuotas de género, de la visibilización de las mujeres, de los derechos de igualdad y se encontraban con que esa mujer respetable, madre y abuela (ahora bisabuela), no solo estaba a favor del cambio, sino que lo impulsaba con fuerza y decisión.

Con ella nos organizamos para trabajar en favor de las mujeres en la vida interna de los partidos políticos, con ella iniciamos la batalla “en la derecha” y se lograron puestos de elección con mayor facilidad que en los sectores que se decían “progresistas” y de “izquierda”.

Consciente de que nadie reconoce la lucha de las mujeres escribió “La historia de mujeres en Acción Nacional”, texto que contribuye a la memoria pública de México y del PAN, a la lucha de las mujeres en y por la democracia que hoy está en riesgo.

Tuve la fortuna de conocerla y convivir con ella por muchos años: mi mamá luchó con ella y con Blanca Magrassi son de esa generación de mujeres que no podemos dejar de agradecer. María Elena me apoyó en mis decisiones políticas porque ama la libertad. Solidaria y comprensiva como siempre, sabía encontrar, entender y hasta redactar las razones por las que muchas mujeres no nos detenemos a pesar de las adversidades. Recuerdo muchas anécdotas de ella, como la sorpresa que causaba que una mujer de su generación apoyara con pasión las acciones afirmativas. La cantidad de veces que tuvo que vencer frases dichas en tono de descalificación entre las feministas “de siempre”: “es que ella es católica” o las que muchas veces escuché: “no solo es que sea mujer, es que tiene muchos años, ya está grande” para tal o cual cargo (la mayoría de quienes dijeron eso ya fallecieron).

Hace unos meses, en la Cámara de Diputados nos organizamos las diputadas que integramos el Grupo Parlamentario del PAN para que el premio Sor Juana Inés de la Cruz fuera entregado a la propia María Elena Álvarez de Vicencio. Ser mujer en México siempre ha sido muy difícil y muchas de las inscritas se lo merecían, pero les aseguro que difícilmente se puede encontrar una historia como la de ella en la incidencia de políticas públicas y reconocimiento de los derechos de las mujeres: Exsenadora de la República, 4 veces Diputada Federal, integrante de la delegación oficial de la Conferencia Mundial de las Mujeres en 1995, 9 años en el Instituto Nacional de las Mujeres, escritora, conferencista, decenas de iniciativas de ley contra la violencia hacia las mujeres y una larga lista de logros e impulsos para el avance de las mujeres. Lo saben de sobra muchas mujeres de otros partidos incluidas las de Morena. Pero no soportan reconocer a una mujer que no sea de las suyas. Y prefirieron no dar ningún premio, rompieron quórum, trataron de quitar a la presidencia… así la mezquindad.

Hoy las mujeres que estamos en la vida política debemos recordar que estamos de pie “sobre los hombros” de otras mujeres, unas más anónimas que otras, como es el caso de mi madre quien es muy amiga de María Elena Álvarez. Por eso vamos “al desquite” de ese premio no entregado y mañana —18 de octubre— en las oficinas del Comité Nacional del Partido Acción Nacional, se le hará un homenaje a las 18 horas. Ahí estaré para aplaudirle y agradecerle, junto con muchas mujeres que somos Diputadas, que gozamos de derechos gracias a mujeres como María Elena Álvarez de Vicencio.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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