La hora oficial

La degradación no tiene límites en este gobierno. No han gobernado, han destruido y, ahora que estamos en tiempos electorales, han dirigido todos sus esfuerzos y recursos a orquestar una campaña por todos los medios. No deja de sorprenderme que reporteros y medios de comunicación serios se dejen presionar cuando, frente a otros gobiernos, -me consta- fueron “muy valientes” para enfrentar al poder en turno.
Hace unos días, desde el poder, se hicieron públicas las conversaciones vertidas en un chat en el que participaba una periodista, quien fue nombrada en público en la mañanera. Ese mismo día, no se les ocurrió siquiera esperar un poco, los jefes del medio de comunicación en el que trabajaba corrieron a la periodista. En el menor de los casos, se trató de un acto imprudente y poco solidario. No sé por qué negamos el nivel de gravedad que implica que un presidente de la República, desde su poder público, humille y regañe a una persona. No es fácil caminar cuando se denuesta públicamente desde el más alto nivel de gobierno. Escogieron ese mismo día para correrla del trabajo con lo que, además, hacen evidente el miedo que le tienen al Ejecutivo. Es decir, que faltó prudencia y faltó compasión.
En esos mismos días, un periódico que ha sido el medio más humillado por la Presidencia de la República decidió terminar su relación con un gran editorialista: Carlos Bravo Regidor, quien representaba una pluma de libertad congruente con el espíritu democrático, línea que el propio periódico defendía. Parece que al final cedieron, lo lamento mucho porque es un golpe a la esperanza y a la libertad de la palabra y de la verdad.
La intervención del gobierno en contra de la libertad es totalmente evidente. Empezó con la televisión pública y con los programas que tienen en favor del Estado. “En favor del Estado” no significa que su discurso deba o pueda ser directamente en favor de un partido político o de una candidata.
Con esa misma línea, desde el poder, han hecho de los programas públicos programas oficiales. Es el caso de la llamada “hora nacional”, a la que no sólo han vuelto aburrida (más aburrida aún, dirían muchos), sino que la hicieron oficial. Desde ese programa, que es difundido a toda la República, se escucha cómo, desde la Secretaría de Gobernación, se dedica oficialmente propaganda a la candidata oficial dejando en absoluta desventaja, particularmente, a Xóchitl Gálvez. Esto es totalmente violatorio de un espíritu democrático. Ante tales hechos, el Partido Acción Nacional presentó una denuncia ante la Secretaría de Gobernación, contra quienes hacían la transmisión que siempre había sido voluntaria y gratuita.
Por lo anterior, de manera congruente, la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión, conocida por sus siglas como “la CIRT”, emitió un comunicado a sus afiliados en el que señalan: “Como ustedes saben nosotros transmitimos este programa de buena fe, sin embargo, ante el grave riesgo de ser sancionados por su difusión me permito recomendarles omitir su transmisión a partir del programa de mañana domingo 24 de marzo. Estaremos atentos a cualquier medida que dicte el INE y apoyaremos en la defensa integral de nuestros derechos”.
El autoritarismo nada transforma, todo lo destruye.

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