Dejaré para la próxima semana mi opinión sobre la participación que debemos tener en las elecciones de miembros del Poder Judicial que se llevará a cabo el 1 de junio. Lo hago porque estos días me llena de emoción especial otro proceso (electoral): el proceso del cónclave en la elección del nuevo papa. Hay quienes sostienen que este es relevante sólo para quienes comparten y siguen la fe católica. No estoy de acuerdo, el cristianismo y, dentro de este, la Iglesia Católica, es parte integrante de la historia, civilización y manera de pensar de todo el occidente. Pensar que la elección del papa no afecta la política mundial es erróneo, por no decir ingenuo.
En estos días hemos conocido un poco más acerca del papa Francisco. Muchos de nosotros hemos aprovechado para releer varios de los documentos que escribió. Así que no sorprende que esté agotado el libro que escribió Javier Cercas “El loco de Dios en el fin del mundo”, que apenas estoy empezando a leer y que me ha atrapada totalmente. El libro inicia con el siguiente párrafo: “Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso. Pero aquí me tienen, volando en dirección a Mongolia… He aquí un loco sin Dios persiguiendo al loco de Dios hasta el fin del mundo.”
El primer cónclave que recuerdo fue el que eligió a Juan Pablo I (Albino Luciani, quien estuvo sólo 33 días). Luego vendría el cónclave que eligiera al Papa Juan Pablo II (Karol Jósef Wojtyla). Fueron memorables para mí esos dos grandes eventos; el primero me preparó para vivir todavía con mayor intensidad el segundo. Entraba a la adolescencia y me atrapó el proceso de la elección del Papa que, explicado por mis padres, me parecía realmente fascinante.
Con parecida fascinación y curiosidad viví el cónclave que eligió a Benedicto XVI y después el del papa Francisco. De igual manera, me interesa este que iniciará el miércoles.
Además, guarda una novedad que no gozaban los anteriores: será el cónclave con cardenales que vienen de un mayor número de países, incluso algunos que no habían sido antes representados; distintas y diferentes formas de ver al mundo e, incluso, cardenales que celebran ritos distintos. Supongo que para el 9 de mayo tendremos un nuevo papa, veremos humo blanco en la plaza de San Pedro (saludo a mis amigas y amigos que estarán ahí). Recibiré la noticia, como la inmensa mayoría, mientras hago mi vida diaria, desempeñando mi trabajo, lista, como millones de católicos, para interrumpir lo que estemos haciendo y recibir la noticia que todo el mundo espera.
Sé que se oye de todo incluyendo verdaderas barbaridades, algunos hacen hasta quinielas, pero sugiero que se aproveche esta coyuntura para entender y aprender acerca de la fe católica y del Estado Vaticano. Es decir, el espectáculo involuntario que nos ofrece el cónclave nos da también una oportunidad —que debemos aprovechar— para conocer personalidades extraordinarias, así como entender y comprender los diversos significados y símbolos que veremos en todas las transmisiones de este acontecimiento.
La espectacularidad con la que también se trata el tema no debería nublarnos la oportunidad que tenemos para conocernos y comprendernos mejor. Me sorprende que, a diferencia de cuando se elige únicamente a un jefe de Estado (no olvidemos que el Santo Padre también lo es) tanto sacerdotes, religiosos y religiosas de todo el mundo viven el suceso con una extraordinaria tranquilidad y muestran una certeza clara en que, más allá de injerencias políticas, afiliaciones a distintos grupos, especulaciones y hasta intrigas, que son propias a una elección hecha por seres humanos, está y se hace presente el Espíritu Santo que actúa y actuará en quienes deciden quién será el sucesor de San Pedro.
Por lo pronto, se ha anunciado que el cónclave iniciará el 7 de mayo; será precedido por la misa para la elección papal. Después pasarán a la Capilla Sixtina y cerrarán las puertas con lo que empezará el proceso del que desconocemos más de lo que realmente sabemos. Mientras tanto, los cardenales electores de este Cónclave llevan a cabo “Congregaciones” en donde dialogan y conocen opiniones de distintos expertos en distintas materias. Lo mejor es aprovechar la oportunidad de conocer más acerca de los distintos cardenales y sus perfiles ideológicos y esperar con alegría evangélica esta nueva decisión y, con ello, estar atentos a la luz que dará el nuevo Papa a la humanidad después del anuncio “Habemus Papam”.
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