Una imposición mortal

A principios del presente mes de junio, la ONU, en su plataforma de noticias: “Mirada Global Historias Humanas”, publicó un artículo afirmando que la decisión del Tribunal Supremo estadounidense de anular, el pasado junio del 2022, el derecho constitucional al aborto, ha tenido como consecuencia que millones de mujeres y niñas, en los Estados Unidos, hayan sufrido un alarmante deterioro en el acceso a la atención de la salud sexual y reproductiva. Ya que, de acuerdo con los expertos independientes en derechos designados por la ONU, debido a dicha decisión, 14 estados de los 50 del país, han prohibido o al menos restringido el derecho al aborto, lo cual, “viola el derecho internacional de los derechos fundamentales poniendo en grave peligro a millones de mujeres y niñas” a quienes se les niega los derechos humanos fundamentales de atención integral de la salud, incluida la salud sexual y reproductiva lo cual puede dar lugar a violaciones de los derechos de las mujeres a la intimidad, la integridad y la autonomía corporal; a la libertad de conciencia o creencias; a la igualdad y la no discriminación así como el derecho a no sufrir tortura y tratos crueles.

El articulo añade que las mujeres y niñas de comunidades marginadas, minorías raciales y étnicas, migrantes, con discapacidad, o que viven con bajos ingresos, se ven afectadas de forma desproporcionada por dichas prohibiciones. El artículo termina instando, tanto al gobierno federal como a los gobiernos estatales, a que actúen para invertir la retórica regresiva del sistema legislativo promulgando medidas que garanticen el acceso al aborto legal y seguro. El informe anterior se suma a la recomendación publicada, el pasado 5 de mayo, por la ONU en su Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial” que afirma que; limitar el acceso a “la información, a los servicios y a los medicamentos sexuales y reproductivos, incluida la planificación familiar y especialmente el aborto” es discriminación racial.

Es paradójico que la ONU sostenga que la prohibición o restricción del aborto constituye una forma de discriminación racial cuando lo contrario es la realidad. Basta recordar que una de las más importantes promotoras del aborto a nivel internacional, Margaret Sanger, fue una ferviente defensora de la eugenesia, lo cual la llevó a fundar, en 1934, inspirada en la teoría de la selección natural de Darwin y el mito de la sobrepoblación de Malthus; la Liga Americana de Control Natal (posteriormente Planned Parenthood) a través de la cual buscaba limitar, cuando no exterminar, a la población clasificada como inferior. Sanger promovió como medios de “eugenesia negativa”; la anticoncepción subvencionada por el gobierno, el aborto y la esterilización forzada, llegando a afirmar: “ninguna mujer tendrá derecho legal a tener un hijo, y ningún hombre tendrá derecho a ser padre, sin un permiso de paternidad”.

Desafortunadamente, su fundación no se aleja un ápice de la filosofía que le dio origen. Por el contrario, a pesar de que los afroamericanos representan aproximadamente del 14% de la población estadounidense, alrededor del 38% de los abortos que se realizan, tienen como víctimas a los bebés afroamericanos. No es casual que la gran mayoría de clínicas abortistas se encuentren cerca o en los vecindarios de minorías quienes son afectados con el crimen del aborto de manera desproporcionada. Planned Parenthood es responsable del asesinato de 247 bebés negros al día. Otro dato revelador es que, aun cuando se estima que la población afroamericana en los Estados Unidos está constituida por aproximadamente 46 millones, alrededor de 20 millones de bebés negros han sido abortados desde 1973 cuando, con el caso Roe v. Wade, la Suprema Corte dictaminara que la Constitución de los Estados Unidos protege la libertad de una persona embarazada a tener un aborto.

Actualmente, la llamada eugenesia negativa es promovida mundialmente por la ONU a través del pomposo nombre de salud reproductiva. Si en los Estados Unidos las principales víctimas del aborto son los bebés afroamericanos, en Asia son las niñas y en los países más desarrollados son los bebés con alguna discapacidad. La posición de la ONU no puede ser más incongruente: denuncia la discriminación racial y promueve la masacre de miles sino millones de bebés negros alrededor del mundo; habla de proteger a las mujeres mientras calla ante los miles de bebés que son asesinados sólo por ser mujeres; dice trabajar por las personas vulnerables y fomenta la exterminación de bebés que puedan presentar la más mínima discapacidad. Contrariamente a lo que afirma la ONU, el aborto es racista, es injusto y es cruel; pero sobre todo es criminal pues cada vida, desde el momento de su concepción, es sumamente valiosa ya que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios, de ahí su dignidad.

Es hora de llamar a las cosas por su nombre. El llamado aborto seguro consiste en el asesinato, a través de diferentes métodos a cuál más cruel, del bebé en gestación y por lo tanto no puede ser, en ninguna circunstancia, un derecho. La mujer fue creada por Dios como fuente de vida. Desafortunadamente, el diabólico empeño del hombre por redefinir la naturaleza ha convertido el vientre de la madre en un peligrosísimo lugar rondado por la muerte; renegando así del amor nato, del amor más profundo e incondicional que es el amor de la madre. Como dice el proverbio: “Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de perdición”. Es hora de enderezar el sendero y defender cada vida, sin excepción alguna, desde su concepción. Retomemos el único camino que conduce al bien, a la verdad y a la vida. El camino que Cristo nos enseñó.

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