El ser humano ha recordado su propia fragilidad con la llegada de la pandemia.
Esta epidemia nos ha puesto cara a cara con nuestra fragilidad. En realidad, somos mucho más vulnerables de lo humanamente tolerable. Las circunstancias que podemos controlar son escasas y los placeres en los cuales nos solemos refugiar son sumamente efímeros. Una de las preguntas más importantes que nos podemos hacer es quiénes somos y para qué estamos aquí. De estas respuestas depende enormemente nuestra actitud ante los retos de la vida.
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