La farsa de las mañaneras

La comunicación en política exige algo de malicia y hasta de perversidad, la política no da para angelismos.


Mañaneras amañadas


“Las mañaneras”, esa mezcla de política de comunicación y evento presidencial cotidiano ha sido revelada como una verdadera farsa orquestada en la mismísima Presidencia de la República, para desgracia y vergüenza del periodismo. Si la comunicación en política exige algo de malicia y hasta de perversidad (la política no da para angelismos), en el caso concreto del señor Jesús Ramírez Cuevas ha llegado a niveles de bajeza nunca antes vistos. El responsable de la comunicación presidencial de López Obrador ha envilecido las conferencias de prensa de una manera pavorosa, ha convertido las sesiones de preguntas y respuestas en exposiciones de abyección personal que provocan al mismo tiempo rabia y asombro.

Junto con la caída de la aprobación presidencial, las mañaneras han mostrado también el lado débil del presidente: su afán por pontificar, su guion inamovible, su incapacidad de comprender un tema que no sea suyo o no se trate de él, su falta de empatía con movimientos que no sean orquestados por su gente y su necedad como resorte para sus decisiones. Como se ve, no es poca cosa. El presidente tiene un evento diario que le provoca un desgaste que no tenía contemplado. Eso lo hace verse vulnerable, pues muestra su enojo, su coraje, su tozudez.

Las mañaneras comenzaron siendo un ensayo de ejercicio de comunicación –por lo menos eso creyeron de buena fe algunos–, pero era claro que se trataba de un podio exclusivo del presidente, donde él diría lo que quisiera, aunque le preguntaran otra cosa; en ocasiones es el único evento público del presidente. Hay quienes lo han querido vender como un acto de rendición de cuentas. Nada más falso. Son eventos de promoción personal del presidente que disfraza con cuestiones informativas. En esos eventos la prioridad es el presidente. De una investigación de la UIF de Santiago Nieto, que desmanteló redes de prostitución y pornografía infantil, no trascendió nada, porque la metieron en el sombrero de mago de la mañanera, en las que se habla al mismo tiempo de todo y de nada.

El colmo de la farsa matinal se reveló en esta semana en un pleito entre los que cubren esas conferencias. Desde hace tiempo es notorio que la estrategia de la Presidencia fue mezclar medios serios, periodísticos, con paleros, personajes pagados que alaban al presidente, que este les da la palabra para desviar temas incómodos. Esta manera de actuar llegó a su clímax cuando un reportero pidió que se investigara a activistas y periodistas ahí presentes, para ver si las estaban financiando para apoyar el movimiento feminista que organiza la marcha. Esto enardeció a la prensa profesional y al término casi llegan a los golpes en Palacio Nacional. “Sí, somos corruptos”, le dice una de las paleras a un periodista que la increpó. “Nosotros no andamos con el periodismo de rigor y quién sabe qué…”. Más claro, imposible.

Es posible que el asunto de las mañaneras termine mal. No se ve por dónde pueda hacerse con el presidente un ejercicio realmente profesional en ese sentido. Finalmente, el presidente por donde pasa divide, siembra las causas de un pleito, el que sea, pero que confronte a unos y a otros… A lo mejor todo esto le sirve para cancelar las conferencias y, ahora sí, aparecer él solito ante las cámaras para “evitar intermediarios y comunicarse directamente”. Seguro ya lo están pensando. Por lo pronto ha quedado claro que sus mañaneras son una farsa.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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