Los males genéticos de Morena

Morena no la tiene fácil, de la mezcla de tanto ADN, podría resultar un frankenstein.


Morena


Dice el presidente Andrés Manuel López Obrador que en los procesos electorales ya no hay borregos. Incluso se atrevió a berrear en su mañanera para señalar con énfasis que eso no existe. Acostumbrado a usar lenguaje popular, el presidente se quiso comunicar así con los integrantes de su movimiento, transformado en partido para efectos electorales, pero sin contar, hoy por hoy, con las características de este último.

Para empezar, habría que ir recogiendo el ADN de quienes lo cobijaron y lo rodean para poder determinar si Morena va a poder transitar en el tiempo para llegar a ser un verdadero partido, o si va a continuar dependiente de su caudillo y fundador.

El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) surge de la salida de López Obrador del PRD, al cual llegó cuando el PRI no lo nombró candidato en Tabasco. Si los partidos o grupos a los que pertenece no se amoldan a sus deseos, lo abandona. Ya ha amenazado con salirse de su partido si continúan los problemas internos, y nada parece indicar que terminarán. ¿Cumpliría su amenaza si las cosas se complican en la elección del próximo presidente?

Como resultado de la ruptura de AMLO con el PRD, algunos de las tribus cercanas a él lo acompañaron. Con ello se evidenció la debilidad del Partido de la Revolución Democrática, fundado en torno a Cuauhtémoc Cárdenas, pero a quien se lo sustrajo el ahora presidente del país. Esto ha generado una difícil relación entre ambos, a veces se acercan, luego se alejan. Por lo tanto, las tribus cardenistas han tenido un comportamiento indeciso en torno a Morena.

La emigración del PRD a Morena ha continuado a través del tiempo, pero la velocidad con que incurre se aceleró en tanto se vislumbró la posibilidad del triunfo de Andrés Manuel. Pero el perredismo emigrante no deja de comportarse como antes, por lo que las tribus continúan y se agregan a las nuevas tribus conformadas en Morena.

También existe una emigración priísta, que lo mismo puede estar representada por Manuel Bartlett Díaz, aunque haya heredado al PRD de procedencia salinista, o Alfonso Durazo, quien fuera parte de las llamadas “viudas” de Colosio, el “mejor” presidente que México nunca tuvo. En PRI también existían facciones, pero la disciplina interna prevalecía y quien no cedía, salía. Hoy no hay quien los discipline y sólo los mueve su interés y su ambición. Ya en el pasado han dado muestras de ello y no tienen por qué dejar de hacerlo.

En cuanto al borreguismo a que estaban acostumbrados en el PRI, habría que analizar fondo cómo fue que el PRI perdió tantos votos en la elección presidencial, que fueron endosados a Morena en forma tan clara y contundente, sino no hubo “línea” para dejar morir solo a José Antonio Meade, el candidato no priista que fue sacrificado a cambio de ¿qué?

También tenemos algunos emigrados del PAN, como su expresidente Guzmán Martínez Cázares, quien nunca ocultó no estar identificado con la doctrina del PAN, a pesar de su amistad con Carlos Castillo Peraza o los puestos que ocupó. Él no comulgaba con el pensamiento social cristiano que inspiró a los fundadores del Partido, e intentó por todos los medios a su alcance, que Acción Nacional asumiera el pensamiento liberal (¿neoliberal?) que tanto repugna al presidente. Con esa filosofía, no ha quedado claro cómo fue a incrustarse en la 4T, y cuyo debut y despedida en el IMSS mostró que es una pieza que no encaja. Así ocurrirá con otros panistas que lo imitaron.

Por otro lado, están los grupos radicales de la ideología socialista y en ocasiones anarquistas, que se mueven caprichosamente o tienen puestos los ojos en el Foro de Sao Paulo, ilusionados con la nueva izquierda venezolana, brasileña, ecuatoriana, nicaragüense, etcétera. Muchos de ellos emergen del antiguo Partido Comunista, que transformado en PSUM mostró su debilidad y heredó algunos de sus miembros del PRD y otros fueron a refugiarse a universidades, desde donde han trasmitido su pensamiento a las nuevas generaciones que muestran se vocación revolucionaria en cuanta oportunidad tienen de agitar y hacer destrozos. Algunos los acusan de ser quinta columna o infiltrados, pero son lo no borregos de la izquierda cuyos conductores permanecen ocultos pero que, de acuerdo con su comportamiento, existen. Morena no la tiene fácil, de la mezcla de tanto ADN, podría resultar un frankenstein.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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