Legisladores irresponsables

La semana pasada se vivió una página negra más en la historia de la Cámara de Diputados. En un proceso acelerado, la bancada de Morena aprobó el llamado Plan “B” del Presidente López Obrador para reformar la legislación electoral a su leal saber y entender. La iniciativa fue enviada tras el fracaso presidencial de reformar la Constitución en materia de elecciones, ya que la oposición se fajó los pantalones, a pesar de las amenazas contra algún diputado, y la rechazó.

Como era una derrota cantada, el presidente reaccionó con el hígado y propuso un conjunto de reformas a la legislación en materia electoral. Los diputados recibieron la iniciativa después de que no se aprobara la reforma constitucional, y violando el proceso legislativo ordinario, no la sometieron a análisis por las comisiones correspondientes, sino que “con dispensa”, pasaron a votarla de inmediato, sin que los diputados tuvieran oportunidad y tiempo para leerla y estudiarla a fondo, en una materia tan delicada. Con esa ligereza el Ejecutivo y los morenistas valoran la vida democrática del país.

Aún en tiempos del PRI, aunque la aplanadora aprobara leyes aplastando a la raquítica oposición, no dejaban de simular que estudiaban las iniciativas presidenciales en comisiones –donde imponían su mayoría- y luego pasaban los dictámenes al Pleno de la Cámara para darles primera y segunda lectura antes de someterlas a votación. Ahora ni eso hicieron los “democráticos” diputados de Morena, el Partido del Trabajo y el Partido Verde.

Resulta obvio que los partidos aliados del presidente tuvieron conocimiento previo de la iniciativa, pues tanto el PT como el PV, se alarmaron y amenazaron no apoyarla si no se hacían cambios para asegurar su supervivencia, pues en los términos originales en que estaba redactado el proyecto se les tendía un lazo para ahorcarlos. Fue así como se modificó para que unos partidos puedan transferir votos a otros que no tengan el número suficiente para no perder su registro. También se pretende violar la disposición de que aquel partido que no obtenga el 3 por ciento de la votación total perderá su registro, añadiéndole un “ligero” cambio para decir que, si obtienen ese porcentaje en un número suficiente de entidades de la República, conservarán el registro. Fue así como lograron que los aliados también agacharan la cabeza y votaran a favor de lo que aspira a ser la nueva legislación electoral.

Mayor abyección sólo se había visto en el Congreso cuando sometido a los caprichos del presidente en turno, se aprobaron disposiciones a favor de la estatización de la banca por López Portillo, a toro pasado, cuando ya los bancos estaban ilegalmente en manos del gobierno. Pero resulta que esos mismos legisladores aprobaron una nueva legislación presentada por Miguel de la Madrid, que daba ligera marcha atrás a lo poco antes habían dispuesto.

Como se ve, ser diputado en ocasiones no es ocupar un lugar de honor en el país, pues es fácil ensuciar el escaño que ha sido concebido para legislar a favor del bien común y la justicia, cosa que por ahora no les importa.

Queda ahora en manos del Senado de la República el destino final del paquete aprobado con tanta prisa por los diputados. Por lo pronto, Ricardo Monreal no se abajó al mismo nivel que los diputados de Morena, y detuvo las propuestas para enviarlas, como es debido, al estudio de las comisiones donde se discute, analiza, aprueba o modifica en el dictamen correspondiente lo que, finalmente, se llevará ante todos los senadores. Al menos en este caso se aplica aquél dicho que dice: “despacio, porque tengo prisa”. Evidentemente que habrá debate y previsiblemente el grupo opositor se lanzará con todo para señalar posibles violaciones a la Constitución, inconsistencias o inconvenientes en el contenido de la misma.

Si se modifica y aprueba en el Senado el paquete legislativo aprobado por los diputados, éste tendría que ser reenviado a los diputados para su aprobación o rechazo. Y entonces habrá que ver qué ocurre. Por lo pronto, de los diputados de Morena, el Partido del Trabajo y del Partido Verde no habrá que esperar mucho. Ya sabemos de qué tela están cortados.

¡En manos de ellos está el destino del país!

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