Uno de los temas más delicados y recurrentes que se han manejado a través del tiempo, es la falta de una justicia pronta y expedita, como mandata la Constitución. Además, de una justicia real y fundada. Cuando se realizó la reforma al Poder Judicial, hubo voces insistentes en que sólo hacer un cambio de jueces, y más en la forma que se hizo, no resolvía el problema. La raíz del mismo se encuentra en la “justicia de barandilla”, es decir en el ministerio público, donde se inician las denuncias y las investigaciones.
Los ciudadanos han perdido la confianza en el ministerio público desde hace mucho tiempo. Por un lado, presentar una denuncia y esperar que se investigue, resulta prácticamente inútil. Las investigaciones no avanzan. Hay mucha corrupción entre los responsables de investigar, desde hace mucho tiempo se sabe que se inventan culpables para justificar el cargo, y si algo se quiere que avance, necesita ser impulsado con dádivas.
Por su fuera poco que los ciudadanos solo acuden al ministerio público para denunciar el robo de un vehículo, porque es un requisito para reclamar el pago del seguro, o casos semejantes, la forma en que se realiza la investigación es deficiente. Sé de caso en los que al denunciante se le acusa de “auto robo”, como si el cobro de una pérdida total del auto fuera suficiente para adquirir uno nuevo.
También es proverbial el señalamiento de quienes son detenidos como presuntos culpables de un delito, incluso en flagrancia, luego son liberados por los jueces porque por incapacidad o corrupción la integración de los expedientes es inadecuada y al no existir los elementos sobre los cuales se pueda iniciar un proceso, tienen que ser liberados.
Ante tantos señalamientos, se pensó que una fiscalía autónoma e independiente de los poderes ejecutivos federal y estatal, se podría reformar, desde la raíz, el proceso judicial, pero no se hizo. Esta situación, lejos de ser esperanzadora, con la destitución del fiscal Alejandro Gertz Manero, simulada como permiso, violando todas las normas, desde la Constitución que exigía una causa grave para la separación, se produce una nueva regresión dentro de nuestro sistema político mexicano, al designarse a una persona cercana a Claudia Sheinbaum como nueva Fiscal.
Se decía que había que evitar un “fiscal carnal” que actúe por consignas desde el poder. Con la designación, desde Palacio, iniciando con la renuncia a la Consejería Jurídica, el rápido nombramiento en la Fiscalía para que pudiera ocupar el cargo como encargada del despacho en tanto que se producía la designación definitiva por parte del Senado Supuestamente sin tener certeza de que ella sería la Fiscal en adelante, procedió a realizar cambios de funcionario de manera inmediata. No disimuló que ya todo estaba arreglado. Entonces, ¿para qué proponer una terna?
Como ha ocurrido en otros casos, la autonomía de instancias gubernamentales o de poder, les estorba, por eso hay que acabar con ella, eliminándolas o colocando en ellas a los incondicionales que, querámoslo o no, van conformando una autocracia, de acuerdo con el viejo estilo personal de gobernar.
Así actúa Morena, simula –a veces- cumplir con la ley, como los de antes, y dicen que no son iguales. Y es que, en muchos casos, son los mismos del viejo PRI o ya aprendieron sus mañas. La Cuarta Transformación y su segundo piso no tiene rubor para mentir y para simular.
La caída de Gertz Manero, a quien querían echar a la calle, repite el canibalismo de los grupos de izquierda, que devoran a sus aliados o tontos útiles cuando dejan de ser funcionales. Es historia vieja, desde la Revolución Francesa.
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